Recentemente publicamos en Areal un artigo de lembranza ao redor da loita contra o proxecto urbanístico coñecido como “Porto Infanta” e que levaba por título “A loita contra «Porto Infanta». A vitoria do sentido común”. Recollemos hoxe unha galeria fotografica e documental ao respecto:
Na imaxe superior, a manifestación contra o proxecto urbanístico «Porto Infanta» celebrada o 2 de setembro de 2001, convocada polo BNG e o grupo mixto municipal no Concello de Sada. Asistiron unhas 500 persoas. Na imaxe a cabeceira da manifestación perto da saida frente a casa do Concello.
Nesta imaxe, a Manifestación ao seu paso pola rúa da obra
Si bien no es posible avanzar sin agredir y modificar, en menor o mayor medida, a la Naturaleza -de hecho la venimos agrediendo desde que nos establecimos como sedentarios cultivadores e inventamos la herradura que clavamos (sin su consentimiento) en las pezuñas de nuestras cabalgaduras- es imperioso y de sentido común el no seguir abusando de sus dones y recursos: no son infinitos, y algunos son irrecuperables una vez afectados.
Sea como fuere,y sin oponermos a todo desarrollo que conlleve mejoras para la mayoría de la gente, es derecho de las comunidades directamente afectadas torcer el brazo de sus dirigentes, toda vez que los mismos denoten disociación con la realidad y solo los muevan “razones” quizás espurias o simplemente erradas.
Desconozco en profundidad los alcances de este proyecto edilicio.
Por tanto, no abro juicio; no me corresponde.
No obstante, me rechina y produce suspicacia, por razones puramente democráticas, cualquier proyecto que incluya o permita en su nomenclator cualquier referencia a regímenes opresivos que nos remontan a tiempos del Mío Cid: Porto Infanta. Un reverendo y obsecuente disparate.
¿Infanta qué? ¿Doña Ximena, Doña Leonor, Doña Urraca, Doña…? ¡Hágame el favor!
¿Qué han hecho, qué hacen estas buenas feligresas por el progreso de la doliente especie humana, más que vivir de ella “a cuerpo de rey”? (nunca mejor aplicado)
En España -y en Galicia muy en particular- tuvimos y tenemos mujeres dignas de admiraci{on y encomio no solo por nosotros, los gallegos, sino a nivel universal.
Sugiero que, en caso de insistir en este proyecto (que, insisto, desconozco sus fundamentos), al menos se adecente y honre su título con el de una mujer gallega de mérito propio, no heredado ni sorteado : doña Concepción Arenal nada menos. Ella sí es merecedora de todo nuestro respeto y afecto.
Vaya mi virtuabrazo para Areal.
Javier García Pena, de Sada-Uruguay