El caballo afeitado

6 de noviembre de 1942

EL CABALLO AFEITADO

Por Ramón Suárez Picallo

¿Conoce el lector un caballo al que le hayan afeitado al rape los crines y la cola? Difícilmente, un chileno, jinete de raza, aceptaría por cabalgadura tamaño adefesio ¡Un caballo afeitado! Algo así, como un asno en un torneo de caballeros de la Edad Media, llevando por jinete al Cid Campeador o a Quintín Duvard.

Pues, señor, las necesidades de la guerra son tales y tan perentorias, que obligan a los alemanes a afeitar las colas y las crines de los caballos de su Ejército, para convertir las hermosas cerdas en usos industriales según informa a Washington en corresponsal de un diario suizo.

Y tamaño agravio se le hace al noble bruto por los descendientes del Gran Federico, que hizo legendaria en los campos de la vieja germania a la caballería Prusiana. Cierto es que en nuestros días las “Panzer Divisiones” –las unidades de tanques –han sustituido a la vieja romántica y terrible caballería, pero aún así, la noticia es entristecedora para los amantes del caballo que no lo concebimos lanzado al galope sin las crines flotando al viento y la cola estirada en impecable línea horizontal.

Los alemanes tienen un antecedente histórico para afeitar y sus caballos. Y, aunque nos duela decirlo, el antecedente está en América, entre los primeros colonizadores españoles de América. En efecto don Pedro de Mendoza, primer fundador de Buenos Aires, echó a campo traviesa, cuando se vió acosado por los indios, parte de su caballada, que se reprodujo copiosamente. Su continuador don Juan de Garay y sus hombres, cuando fundaron definitivamente la ciudad y se establecieron en ella se asombraron mucho al encontrarse con verdaderas bandadas de “cimarrones” con largas colas y magníficas crines. Se dedicaron a cazarlos y domarlos y a repararlos luego, pues ya entonces las cerdas tenían aplicaciones industriales. Uno de los primeros virreyes –viejo caballero sin duda –prohibió terminalmente rapar a los caballos, aunque fueran cimarrones.

¿Se inspiraron los alemanes en el antecedente citado? Bien podría ser, ahora que se aficionaron tanto a las cosas de España. En tal caso, falta que aparezca el virrey cabalero que repare el caballo con su cola y sus crines, aditamentos con que natura quiso embellecer al buen amigo del hombre.


(Artigo publicado no xornal La Hora , en Santiago de Chile, tal día como hoxe pero de… 1942)

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