Hay que reivindicar la radio haciéndola servir fines útiles al conocimiento y a la educación del pueblo. Sacándola de la cantina, y metiéndola en la escuela y en la Universidad, y en el Liceo, elevada a la categoría de instrumento de cultura. A eso tiende, sin duda alguna, la excelente iniciativa del seños Ministro de Educación, don Benjamín Claro Velasco, consistente en colocar en todas y cada escuela del país, aparatos receptores, para que los escolares escuchen música selecta y afinen de tal modo, su gusto y sensibilidad artísticos.
Para dar concreción a la idea se celebró una importante reunión de personas vinculadas al interesante tema, en la que fueron esbozadas las líneas generales de su realización, esperándose ponerla en práctica a la mayor brevedad posible.
La idea, ampliada a otros aspectos del arte, de la cultura y de determinadas enseñanzas especiales, es practicada en varios países de Europa y de América, con resultados excelentes, especialmente en las zonas rurales. Las transmisiones radiales a las escuelas, no se limitan allí solo a los espacios destinados a los alumnos en horas de clase. Por las noches, en los días festivos, y en otras horas de asueto, los vecinos de los pequeños poblados campesinos, -donde son raros los medios de entretenimiento-, mujeres y hombres, niños y grandes se reúnen en la escuela a escuchar radio. Música escogida con explicaciones, folklore, conferencias breves sobre agricultura, divulgación sencilla de temas de astronomía, y hasta de medicina y de derecho, son transmitidos por emisoras controladas por autoridades educacionales y núcleos artísticos
Y se han logrado magníficos objetivos, entre otros los siguientes: hacer de la escuela primaria una célula de cultura viva, para la totalidad del pueblo; hacerla, también, un centro de sociabilidad colectiva, rodeada de afectos y de respeto por parte de pequeños y grandes, y haciendo de las reuniones una necesidad espiritual. Todo ello, además de extender en las capas más modestas de la población campesina, un índice de noticias sobre arte y sobre cultura, muy difíciles de obtener por otros medios por gentes que terminarían su aprendizaje en la escuela primaria. Personaje principal en un plan así, es, naturalmente el maestro. Pero no es eso sólo. En los países donde se practica la idea, participan otros elementos de la localidad: el médico, el sacerdote, el técnico agrícola, el juez y, en fin, los hombres llamados de “la cultura”; cada uno de ellos, según la afinidad con el tema transmitido, completa las explicaciones dadas desde la emisora, con una breve y sencilla charla..
Es como se ve, una manera de convertir, mediante el uso de la radio, la humilde escuela aldeana en una pequeña universidad popular, cordial y amable, capaz de apartar a la adolescencia, y a la juventud de otros lugares de recreo, menos útiles, menos honestos y menos agradables.
Vea el señor Ministro de Educación, qué magníficas perspectivas abre su interesante iniciativa. Él es hombre joven, original y emprendedor y le toca actuar en un momento histórico de Chile, especialmente apto para las mejores creaciones populares y democráticas. Por eso, estamos seguros, de que no le amedrenta el vasto panorama trazado. ¡Claro que por algo se empieza! Y está muy bien empezar por la música, que es con lo que empieza una hermosa fiesta, para solaz de miles de niños chilenos, que han de agradecérsela por todos los días de sus vidas.