Na foto E. Moure no mirador de Fontán(Sada) en maio de 2008
GALICIA EN EL MUNDO
También recurre a comentarios de “metaperiodismo”, tomando como pauta textos de la prensa internacional que le parecen interesantes o graciosos, recreándolos con el fino gracejo de su humor galaico, sin duda inspirado en Valle Inclán y Julio Camba; “chilenizándolos” según su notable capacidad de integrarse a modos y costumbres del “país austral”, como suele llamar a Chile, otorgándole el cariñoso calificativo de “segunda patria”. No faltan, por cierto, crónicas referidas a motivos gallegos, impregnadas de honda nostalgia o “morriña” por sus lares remotos, sentimiento a través del cual intuye que no regresará jamás, como se lo confiesa a Eduardo Blanco-Amor. Este desencanto va a tornarse certeza en su espíritu y en su pluma, a medida que transcurren los años y el régimen de Franco se consolida en España, con la complicidad de las democracias vencedoras, difuminándose los esfuerzos por articular, desde el exilio, un gobierno democrático que reemplazara a la férrea dictadura corporativista. El anhelo frustrado de los republicanos irá haciendo mella en el ánimo de Suárez Picallo, en su propio sueño de libertad y justicia social, móvil de sus ideas y de sus acciones de socialista cristiano, como se definiera a sí mismo; católico ferviente inspirado en las doctrinas de la Encíclica “Rerum Novarum”, del Papa León XIII, ópera canónica a la que se refiere y cita, una y otra vez, para refrendar sus apasionados dichos. La desazón irá también mellando su precaria salud corporal, manifestándose en cíclicas reclusiones en centros de convalecencia para enfermos cardiacos.
Al correr de los años y a medida que el mundo va superando las heridas de la posguerra, podemos apreciar en sus escritos un paulatino desencanto de la Unión Soviética y otros países de la llamada “órbita comunista”, junto a su adhesión, a ratos hiperbólica e ingenua, por las grandes democracias occidentales.
Hay asuntos en sus crónicas que no han perdido actualidad, pese al transcurrir del tiempo, como las luchas entre árabes y judíos en la vieja Palestina. Mientras las Naciones Unidas aprobaban la creación del Estado de Israel, en 1948, se sucedían atroces actos de terrorismo protagonizados por israelitas, ingleses y palestinos, en medio del intríngulis diplomático y político que significó el cambio de mando y las nuevas estructuras de poder, aún en conflicto después de medio siglo de enfrentamientos. Suárez Picallo, atento a los sucesos internacionales, según su hábito indagador, escribe y desarrolla los temas candentes, con sólido criterio y altura de miras, aportando al lector de ayer, de hoy y de siempre, aquellos elementos reflexivos esenciales a la condición humana.