Nº 8. Maio de 2011
O sindicalismo de cariz anarquista constitúe nos anos da II República o principal movemento social do Estado, cunha nutrida representación en Galicia e nomeadamente na Coruña (vid. Pereira González, 1994).
En Sada, onde xa se desenvolvera algunha experiencia deste tipo a finais dos anos 10, gozará dunha notable implantación e proxección, nun marco de pluralización política e de xeral desenvolvemento do asociacionismo de todo tipo.
Xa no verán do 1931 fundábase o Sindicato de Oficios Varios de Sada, ligado á CNT e con José Monzo e Emilio Amor á fronte, entre outros, e nas mesmas datas nacía o Grupo Anarquista Luz, integrado na FAI. Nos anos seguintes creábanse sindicatos cenetistas en Meirás, Soñeiro, Carnoedo, Mondego e Osedo (Arquivo do Reino de Galicia, Fondo do Goberno Civil, G-2552 e G-2563), así como asociacións instrutivas e culturais ligadas a eles (vid. Pérez Lorenzo, 2010a). Na súa xestación e actividade terían especial influencia os emigrantes retornados dos EEUU, onde
entraran en contacto coas ideas libertarias e coas súas prácticas asociativas.
Todas estas organizacións representaban a unha masa obreira considerable: no 1933, o Sindicato de Sada tiña 500 traballadores sindicados (Solidaridad Obrera, 25/02/1933), aos que habería que sumar os correspondentes ás demais parroquias. Ademais, estaban integrados en estruturas territoriais de maior alcance, primeiro na Federación Comarcal de Betanzos e logo na de Sada (vid. Torres Regueiro, 1992).
Este peso cuantitativo conferíalles unha forza considerable á hora de afrontar conflitos de diversa índole. Así, o Sindicato de O. V. de Sada mantería pugnas cos propietarios dos salóns La Terraza e Moderno polo dereito a sindicarse dos seus traballadores, establecendo un longo boicot; coas fábricas de salga, polo salario das mulleres empregadas; cos contratistas das obras da estrada de Riobao a Carnoedo, polo salario dos obreiros, etc. Asemade, enfrontaríanse ás embarcacións pesqueiras que empregaban a dinamita, xestionarían a colocación de alumeado público na beiramar entre Sada e Fontán, etc.
Pola súa parte, o Sindicato de Meirás, ademais de desenvolver, ao igual que os das outras parroquias, unha intensa actividade na procura de mellores condicións para o campesiñado na realización das tarefas agrícolas, mantería un longo e intenso conflito que principiaba no 1933, cando o propietario José Gayoso, co apoio do párroco, expulsaba de dúas fincas a senllas familias de colonos que se negaran a aceptar a duplicación da renda e se vían abocadas á miseria. As terras serían tomadas e cultivadas polos campesiños da parroquia, enfrontándose á Garda Civil.
O entramado societario veríase afectado polos sucesos revolucionarios de decembro do 1933, nos que tomaran parte, e, sobre todo, polos de outubro do 1934 en Asturias, que motivaron, pese a terse mantido á marxe, a suspensión do Sindicato de Sada e o peche do seu local. Xurdirían con renovados folgos no verán do 1935 para retomar a súa actividade legalmente en febreiro do 1936. A sublevación militar de xullo suporía o seu desartellamento definitivo, coa morte dos máis destacados dirixentes (vid. Pérez Lorenzo, 2010b).
No presente caderno, rescátase unha selección de seis escritos publicados no seu momento ben polas organizacións sindicais de Sada, ben por compoñentes das mesmas a título individual: Manuel Martín Regueiro, activista de Mondego directivo do sindicato de Meirás; e Cesáreo Moroño, fundador de La Defensa del Agricultor, de Soñeiro, secretario do xulgado de Sada no 1931 e, a partires do 1935, secretario de Unión Republicana, desvinculado xa do anarco-sindicalismo.
Todos viron luz en Solidaridad Obrera, voceiro da CRG, excepto un manifesto do SPV de Meirás, que foi impreso como pasquín. Encádranse entre os anos 1931 e 1933, os de máis intensa actividade sindical dentro da República.
Agardamos que sirvan para coñecer máis de preto as motivacións que guiaban aos anarco-sindicalistas de Sada, algunhas de total vixencia.
I. DESDE SADA (LA CORUÑA)
He aquí el nombre que hemos puesto a este grupo de jóvenes entusiastas y amantes convencidos de las ideas libertarias, para propagar y sembrar estas doctrinas de amor y libertad entre los trabajadores todos y en particular a nuestros campesinos de este rincón galaico.
Sirvan, pues, estas líneas como saludo a todos aquellos que, jóvenes o viejos, han luchado y luchan por los principios anárquicos; para todos los que han sufrido y puedan sufrir persecuciones por esta misma idea en todo el mundo y, para ponernos en contacto con todos los grupos y federaciones anarquistas de España y el Extranjero.
Al reunirnos por primera vez, nos hacemos solidarios con todos aquellos actos que nuestros camaradas hagan en contra todas las tiranías y especialmente contra la rusa e italiana, en donde, entre muchas víctimas que hubo y habrá, contamos recientemente la de los camaradas Ghezzi en las garras de la Guepeú y Schirru fusilado ignominiosamente por las hordas salvajes fascistas.
¡Salud, valientes camaradas que sabéis y supisteis enfrentar vuestros pechos a las balas fratricidas, aquí quedamos los que sabremos reivindicar, no vuestras vidas, pero sí vuestras ideas, que de todos nosotros son!
Deseamos conocer a todos los grupos existentes en España y quienes quieran ponerse al habla con nosotros pueden hacerlo a José Monzo, calle de la Iglesia, número 21, Sada (Coruña).
II. LA DEFENSA DEL AGRICULTOR
Con este título y a iniciativa de un valiente grupo de campesinos, trata de formarse una sociedad en las cercanías de La Coruña.
Hermoso gesto y por ello merecen un aplauso estos dignos labradores, que en medio de su rudeza saben conocer que son víctimas de la sociedad, al igual que todo el que produce que se le oprime sin consideración de ningún género.
Esta clase de productores, los labradores, que es la más carente de organización, es la que más necesita unirse.
Vosotros que sois los eternos esclavos de la tierra, vosotros que os levantáis antes del alba para ordeñar las vacas, para sacarles una leche que no tomáis, que cuidáis con afán prolijo el ternero cuya carne no coméis, que criáis esos pollos y esos huevos que otros saborean, que pasáis los días cavando una tierra cuya cosecha no sabéis si os será adversa, que engañáis vuestro cuerpo con un pedazo de escabroso y tal vez escaso pan y una mísera taza de caldo, mientras otros, no sé con qué derecho, saborean el huevo, el pollo, el ternero y tantas otras cosas que tú vendes para pagar rentas, contribuciones, consumos, cédulas y si te descuidas hasta por andar por la calle; dime ¿qué derechos tienes? Tú que sacas de las entrañas de la tierra esos frutos sabrosos cuya parte peor es la que te reservas para engañar tu cuerpo, ¿quién te defiende?
Tú que jamás fuiste a un teatro, que malamente sabes escribir tu nombre, que no tienes un día de descanso, que solamente cambias de tu habitual caldo y pan una vez al año por el patrón de tu parroquia, dime a mí que [me] crié contigo, que palpé tus necesidades, que sufrí tus privaciones, que me envolví en el estiércol con que abonas tus tierras, que tirité de frío delante de la yunta del arado, que acarreé muchas cargas de hierba para engrosar un ganado que no sé quien lo comía, que llevé algunas coces de un amo que si no pertenecía a la familia asnal, era sin embargo del mismo talento, puesto que escudándose en su soberanía aprovechó mi inocencia de diez años, mi indefensa de huérfano y mi estado económico, para después del trabajo como el condenado a trabajos forzados, me golpeó cuando lo tuvo por conveniente; dime a mí que como tú anduve descalzo hasta que tuve doce años, que cómo tú anduve envuelto en burdos harapos, que cómo tú, no supe leer ni escribir hasta que tuve catorce años y me rebelé contra la ignorancia que reina en los pueblos campesinos; dime, ¿cuáles son tus derechos? ¡Ninguno…! ¿Y tus deberes? ¡Muchos! No me extraña.
Cuando te sientes agraviado, cuando quieres defenderte de alguna tiranía, ¿a quién te diriges? ¿A quién invocas? ¿Con qué fuerza cuentas? ¡Ah…! Nadie te defiende, porque eres un indigno en medio de tu virtud. No te atienden, porque tus manos encallecidas y tu tez tersa y morena no infunde respeto; porque tu oficio, que te dignifica, no te permite instruirte; porque estáis desorientados, aislados, y no hay quien se acerque a vosotros sino en el período de las elecciones aquellos que aprovechándose de vuestra ignorancia os sabe halagar ofreciéndoos lo que jamás os dan. Es, por eso, porque no os respetan; es, por eso, porque no os defienden, y es, por eso, porque el pobre campesino, después de las rudas faenas de labranza; después de su vida de privaciones y de múltiples sacrificios, no puede cubrir sus más elementales necesidades y, en medio de sus miserias, se retuerce, se lamenta y clama a un ser invisible, que tampoco remedia sus faltas.
¿Por qué, pues, el campesino no tiene quien le defienda? Porque, hasta ahora, no ha pensado más que en trabajar: ha creído que su único deber era trabajar, y que, trabajando, lo arreglaba todo. Es ahora cuando algunos se dan cuenta de su error y ven la necesidad, como único medio de defensa, de unirse para recabar sus derechos y poner fin a la lista de sus deberes.
Por esto es porque un grupo de destacados labradores de la hermosa parroquia de Soñeiro, pertenecientes al ayuntamiento de Sada, tratan de formar la sociedad La Defensa del Agricultor, cuyo reglamento me cupo la honra de redactar en mi buen ánimo de se ser algo útil a la naciente sociedad; honrándome de formar parte de la Comisión organizadora.
Y ahora, ánimo y perseverancia. A luchar contra el enemigo, que no faltará quien pretenda destruir la obra realizada. Vuestro deber, es, pues, velar por vuestros derechos, puesto que sois los únicos que tenéis que defenderlos. No permitáis que nadie os mangonee; acostumbraos a defenderos vosotros sin necesidad de que os lleven por el ronzal a ninguna parte, porque os llevarán a donde no os convenga.
Tratad de alejar de vosotros a todo el que, tratando de desalentaros, os diga que nada sois y por lo tanto nada podéis hacer; así como a todos esos inteligentes de pacotilla que se consideran aptos para censurar obras que no están a su alcance y jamás hacen nada que pueda tener aceptación pues, unos y otros, o tienen interés en perjudicaros o carecen de un sentido común, claro y preciso.
En la unión está la fuerza; diez hombres unidos hacen más que cien desorganizados; y de eso hasta la diminuta hormiga nos da ejemplo uniendo su insignificante fuerza a la de sus compañeras para arrastrar el peculio común, al gigantesco gusano capaz de tragarse cientos de hormigas.
III. A LOS CAMPESINOS
¡Campesino! Despierta, deja tu sueño para luego. ¿No ves, campesino, que pesa sobre ti el yugo de la explotación? ¡No! Tú duermes, pero … ¡despierta!, es preciso, ¿No ves que lo que tu haces no es vivir? ¿No sientes crujir tu musculatura bajo el peso de la esclavitud? Pero…, ¿es que acaso no ves a tus hijos famélicos y desgarrados de miseria y de privaciones? ¡No! Tu duermes. Pero… el día que despiertes, ese día será horroroso para tus explotadores. Entonces te darás cuenta de los parásitos que giran a tu alrededor; te darás cuenta, también, de lo que vales y un gesto de rebeldía gritarás: No más impuestos, no más tributos, no más privaciones, no más miseria y te rebelarás contra tus opresores, contra tus tiranos, contra todos los magnates de la burocracia, que te absorben la vida; contra la represión gubernamental, contra el cacique, contra el cura, contra el parasitismo y entonces serás hombre libre.
Ahora, campesino, piensa y recapacita, y verás que para conseguir tu emancipación te tendrás que apartar de toda política corruptora y pasar a las filas de nuestra siempre gloriosa Confederación Nacional del Trabajo, única organización en la que tendrán eco tus justas aspiraciones.
IV. A LOS TRABAJADORES: A LA OPINIÓN
El juicio ajeno jamás sirvió para cimentar la conducía propia. No seremos nunca lo que los demás quieren que seamos: Seremos, a través de todas las vicisitudes, lo que determine nuestra conciencia.
Nos debemos a un ideal, noble, justo, dinámico, humano. Tras él vamos con fe, ya que tenemos la firme convicción de que en él reside la esencia pura de nuestra emancipación.
Además tenemos una cosa que no hipotecamos a nadie: la juventud. Y la juventud es sonrisa, es beldad, es rebeldía, es amor, es vida. Vosotros, los que sois viejos y no comprendéis la vida, porque desde vuestro nacimiento os habéis desenvuelto cerca de la muerte, ¡dejadnos seguir el rumbo de la nueva vida que fluye de los ideales que amamos, y que recogimos de los peregrinos de la verdad que visitan las villas y los pueblos para elevar a todos los ciudadanos!
Vosotros, los enemigos mortales del progreso, queríais hundirnos. Pedíais cárcel para estos luchadores. ¿Por qué? ¿Olvidáis que de vuestra familia somos y el dolor del encierro a todos salpicaría de vergüenza?…
Y sin embargo, prosperamos, crecemos, nos multiplicamos como si en nosotros se cumpliese el mandato bíblico. Y si aumentan nuestros efectivos no es porque propaguemos el mal, al contrarío; parte de nuestras virtudes podían aparejarse a la vida de muchos que nos combaten para sacarse un poco del fango en que viven. ¿Qué queríais? ¿Que la garra de la tradición nos tuviese hundidos y al servicio eterno de la explotación? ¡No! La aurora del día nuevo la sentimos, la siente la mujer de Sada, la siente toda la juventud y con ella marcha hacia nuevos países que no comprendéis los viejos ni los cavernícolas.
Avanzar es propio de galeotes. Eso sontos. Atrás, jamás. Quien camina, vive. Quien lucha vive. Quien pone una gota de ideal sublime en el alma, vive. Eso queremos: ¡VIVIR!
Nuestro Sindicato es esto. Quien diga lo contrario miente. La calumnia no prosperará. La mancha de la calumnia caerá bajo nuestros pies como la serpiente que muerde y deja veneno.
Tú, mujer, hermana nuestra, compañera nuestra, madre nuestra. Tú, mujer que eres joven y tienes tu cariño puesto en un paria, en un trabajador, no te dejes vencer jamás.
Ahí está nuestra mano fraterna. Te ofrecemos amor puro, vida libre. Si no quieres encadenarle al pasado, si no quieres que la reacción ahogue tu juventud y tu vida, no vaciles, ven al Sindicato. Aquí tienes Sección cultural y artística, biblioteca y tendrás escuela. Tienes hermanos que te ayudarán a emancipar y hacerte un ser libre, no una mercancía como te ha hecho la sociedad capitalista. ¡Te esperamos!…
V. A TODOS LOS LABRIEGOS Y SUS FAMILIAS.- A LOS QUE VIVEN DE SU TRABAJO
Compañeros:
La lucha entablada por los trabajadores de Meirás contra el ricacho Gayoso, gracias as apoyo decidido de la inmensa mayoría de los trabajadores de la comarca, se ha convertido en la lucha contra todos los explotadores de los labriegos; contra todos los que roban el producto de nuestro trabajo.
Pero compañeros la lucha no ha hecho más que empezar, y ya visteis de qué lado se pone todo el mecanismo gubernamental. Desde el Juez hasta el último caballo de la Guardia civil; desde el Gobernador hasta el Alcalde de Sada, todos ellos se ponen con toda brutalidad al lado de Gayoso Barral y en contra de los hombres, de las mujeres y de los niños que arrancan a la tierra toda la riqueza. Todos esos señores, que nunca trabajan; que engordan como cerdos de la ceba a costa de nuestro trabajo, están dispuestos a servirle carne fresca a la hija de Gayoso, es decir: están dispuestos a matar a nuestras compañeras, a nosotros y a nuestros pequeños para servir los intereses de Gayoso. Y si esa matanza llega, estad seguros de que el cura de Meirás, ese ricachón terrateniente, bendicirá a los verdugos y nos condenará a nosotros.
No puede ser de otra manera. Los Jueces y sus leyes; los Gobernadores y sus Alcaldes; la Guardia civil y sus fusiles; los curas y sus sermones, todos están interesados en someter a los pobres en beneficio de los ricos. Si nosotros dejamos de pagar rentas y ofrendas; si dejamos de pagar consumos, contribuciones y cédulas; si nos unimos todos los pobres contra todos los ricos y sus adulones, ¿cómo van a engordar esos ladrones, que no trabajan? Es por eso por lo que Gayoso Barral no está sólo contra nosotros. Todos los que quieren aumentar las rentas o quitar la tierra a los colonos; todos los que chupan nuestra sangre con contribuciones y consumos; todos los que nos roban huevos y ofrendas a cambio de latines, todos esos forman el gobierno que manda la Guardia civil contra nosotros, y todos juntos están dispuestos a sepultarnos en la mayor miseria si nosotros retrocedemos.
No retrocedemos. La ayuda que nos prestasteis, labriegos de la comarca, hace temblar hasta los huesos a nuestros explotadores todos; la decisión de nuestras valientes compañeras y sus pequeñuelos al labrar las tierras; la potente entereza de las mujeres de Meirás y Mondego al sembrar las tierras; la brutal acometida de los negros tricornios lanzándose a la carga sobre nuestras compañeras, todo esto servirá para estrechar más nuestras filas, lanzándonos al ataque hasta vencer.
Nos atacan por todos lados, y vamos a responder con un ataque redoblado contra todos nuestros explotadores.
Ya que nos quieren robar el derecho de trabajar, vamos a contestar no pagando ni un grano de renta, ni un céntimo de consumo o contribución.
Ahora, más firmes que nunca, es preciso luchar hasta vencer. Todos los campesinos de la comarca deben ayudarnos luchando contra los explotadores y contra el Estado de los explotadores.
¡Mujeres trabajadoras, en guardia; el cura pretende quemar la iglesia para después arrancaros pesetas con que hacerla de nuevo! Nada de quemar iglesias; quemar a los curas ladrones.
Colonos del cura de Meirás: ese cerdo con sotana os da el cielo a cambio de lo que os roba; uníos a nosotros, y no pagar ni un céntimo a ese ladrón.
¡Labriegos, alerta!
¡Sólo la lucha nos dará el triunfo!
¡Atrás los cobardes que nos desalientan!
¡Firmes hasta vencer!
VI. SINDICATO DE OFICIOS VARIOS Y CAMPESINOS DE CARNOEDO
Mientras el pueblo de Carnoedo está oprimido por múltiples injusticias; sus habitantes, se preocupan poco o nada por reaccionar ante las mismas sin librarse de ellas.
Pensamos que la carga de impuestos por demás agotadora, ya debiera ser más que suficiente para madurar un descontento en el ánimo de estos campesinos que los predispusiera a una lucha tenaz contra esa ignominiosa esclavitud.
Quienes de esta situación de apatía e ignorancia sacan más provecho, son: Caciques, Curas, Políticos y todo el hato de holgazanes que viven al margen de la ley humana del trabajo.
Estas «sanguijuelas» que succionan lo sangre mártir del campesino de todos los lugares, con mayor fruición con los vecinos de este pueblo por carecer de un baluarte de positiva fuerza, que ponga valla a sus desenfrenados apetitos.
Son muchos y grandes estos impuestos, y a pesar de ser satisfechos religiosamente a expensas del hambre y de la miseria de los hogares, no se preocupan en absoluto del mejoramiento cultural a que con sus aportes se hace acreedor.
Carecemos de escuela, caminos, luz, lavaderos públicos y otras muchas mejoras inherentes a pueblos civilizados.
Pero «nuestro» señor alcalde dona miles de pesetas para orgías religiosas, y bombas de estruendo.
Los «gatos» que se adueñaron de la cosa pública, en todas partes encuentran donde despilfarrar el dinero que representa jirones de vida del que rotura la tierra para hacerla útil y fructífera.
Ayer disfrazado de Socialista recorría estas mismas campiñas, haciendo notar estas mismas necesidades que hacemos referencia; pero hoy ya amo y se-ñor con su mentalidad de inquisidor, sólo tiene preocupación de quedar bien con Dios, ofrendándoles a sus representantes terrenales, el santo sacrificio del campesino.
Mientras esto suceda nosotros que no podemos ni malamente alimentarnos de pan de maíz y berzas, nos vemos muchos obligados a emigrar en busca de trabajo, para ayudar a sostener estos hogares de miseria y de vergüenza porque la tierra siendo tan pródiga no da lo suficiente, para cubrir el latrocinio de que somos víctimas.
¡Compañeros campesinos, basta ya de paciencia! Tenemos un sindicato y allí nos debemos dar cita diariamente. Allí será donde forjaremos nuestra con-ciencia, para aventar de una vez por todas la ignominiosa explotación del hombre por el hombre.
Viva el Sindicato de Carnoedo! ¡Viva la C. N. T.!
O sindicalismo de cariz
anarquista constitúe nos
anos da II República o
principal movemento social
do Estado, cunha nutrida
representación en Galicia.
En Sada gozará dunha notable
implantación e
proxección, nun marco de
xeral desenvolvemento do
asociacionismo e de
pluralización política.
No presente caderno,
rescátase unha selección
de seis escritos publicados
entre o 1931 e o 1933 ben
polas organizacións sindicais
de Sada, ben por
compoñentes das mesmas
a título individual.
Agardamos que sirvan
para coñecer máis de preto
as motivacións que
guiaban aos anarcosindicalistas
de Sada, algunhas
de total vixencia.