Reproducimos aquí un poema de Fernando García Acuña, quen,
nacido en Macuriges, Cuba, no 1861, residiría desde a nenez ata a
súa morte no 1895 en Betanzos.
Destacado xornalista, o seu nome acompaña a múltiples
publicacións locais de finais do século XIX, facendo gala, en
palabras de Xesús Torres, dun “periodismo combativo e
anticaciquil” (vid. “Os animadores da prensa local (I)”, en
Anuario Brigantino, Betanzos, 1987). Como poeta,
publicou numerosas composicións en galego e castelán,
algunhas delas recollidas no libro Orballeiras.
O verán de 1891, Fernando García Acuña pásao en Sada,
onde procuraba descanso e tranquilidade. Nese contexto,
envía unha carta en verso ao seu amigo Valerio Álvarez
Pedreira, cónsul de España en Civitavecchia (Italia). No
documento, descrebe a Sada estival, coas súas distracións e
atractivos gastronómicos. Ademais de loar as “sardinas del
pilo”, en salga, menciona o paseo do malecón -actual Avda. da
Mariña- construído apenas un lustro antes.
nacido en Macuriges, Cuba, no 1861, residiría desde a nenez ata a
súa morte no 1895 en Betanzos.
Destacado xornalista, o seu nome acompaña a múltiples
publicacións locais de finais do século XIX, facendo gala, en
palabras de Xesús Torres, dun “periodismo combativo e
anticaciquil” (vid. “Os animadores da prensa local (I)”, en
Anuario Brigantino, Betanzos, 1987). Como poeta,
publicou numerosas composicións en galego e castelán,
algunhas delas recollidas no libro Orballeiras.
O verán de 1891, Fernando García Acuña pásao en Sada,
onde procuraba descanso e tranquilidade. Nese contexto,
envía unha carta en verso ao seu amigo Valerio Álvarez
Pedreira, cónsul de España en Civitavecchia (Italia). No
documento, descrebe a Sada estival, coas súas distracións e
atractivos gastronómicos. Ademais de loar as “sardinas del
pilo”, en salga, menciona o paseo do malecón -actual Avda. da
Mariña- construído apenas un lustro antes.
Sr. D. Valerio Álvarez Pedreira
Civitavecchia
Civitavecchia
Sada Julio 30 – 1891
Ha días que aquí llegué
De aquel Brigantium vetusto
Y si antes no contesté
A su grata, fue porqué
No hallé noticias de gusto
Además, como yo he sido
Y soy como Pedro Andana,
Fui haciendo el tiempo perdido,
Diciendo: “escribo mañana”,
Mas no dando a V. al olvido
Pues sabe V. demasiado
Que esa falta jamás trunca
Cariños que le he guardado,
Podré olvidar un pasado,
Pero nuestra amistad ¡nunca!
Y ahora en ramplonas quintillas
Escritas a vuela pluma
(Que le harán a V. cosquillas)
Voy a contarle a V. en suma
Lo que son estas orillas.
He venido con mi gente
A respirar a estas playas
De otra atmósfera, otro ambiente,
De ese que aquí solamente
Esparcen las flores gayas.
De ese que tanto codicia
El pulmón más abatido;
De ese que al alma acaricia
Y solo se halla esparcido
En los aires de Galicia.
Que yo no exagero en nada
Lo sabe V. amigo mío;
Esta villa ya no es Sada,
Es la tacita plateada
De este Atlántico bravío.
Y no hay nada en la región
Como esta vega en primores;
Se ensancha aquí el corazón,
Que es un búcaro de flores
Este apartado rincón.
Aquí la Tierra y el cielo
Compiten en galanura;
Siempre azul allá en la altura
Y en espejismos el suelo
Retratan tanta hermosura.
Y hasta juzgo –y no es nada-
(Créamelo V. amigo)
Que es la mar más azulada,
Y cito aquí de testigo
A Ferrari,
A Ferrari,
que está en Sada.
Vendrá la Corte de ahí
dentro de muy pocos años,
Y ya no habrá Hendaya
ni
Duque que no venga aquí
Duque que no venga aquí
A gozar y tomar baños.
Porque tienen más ioduros,
Más que ninguno, estos mares;
Aquí corren siempre a pares
La salud y los aires puros
Por cima de los pesares.
Con treinta o cien bien cocidas
Sardinas que estén a punto
Se alargan aquí las vidas;
¡Ayer con diez revenidas
Se resucitó a un difunto!
No hay nada que corte el hilo
De la existencia aquí al hombre.
¡Oh, la sardina del pilo!…
¡Es el bálsamo que a Rilo
Le dio talento y renombre!
Y se me erizan los pelos
Considerando tal cosa
En esta tierra de… grelos.
¿Dónde hay vianda más sabrosa
Que los divinos cachelos?
Todo ahí será precioso,
Los cantos… las barcarolas…
Pero nada más hermoso
Que este cantar silencioso
Y este rumor de las olas.
De la peña que le abruma
Ellas portadoras son,
Que cada monte de espuma
A decirme viene en suma
Lo que es una expatriación.
Será esa tierra encantada
Y su mar muy azulado,
Pero le digo a V. en serio
Que no hay nada, tío Valerio,
Como esta costa de Sada.
Yo, respirando en las algas
El ioduro codiciado,
Tanto y tanto me he engordado
Que tengo, tío, unas nalgas
Como jamás he soñado.
Y para que vea si es raro
Este efecto tan supino,
Que aquí engordan con reparo
Todo Dios… hasta Avelino
Y hasta Ángeles y Amparo.
En fin, para que además
Vea que esto no va a menos
Y no se anda hacia atrás,
Sepa que aquí hay dos serenos
Y ambos están por demás.
Un magnífico paseo
Llamado del Malecón,
Cafés, centros de recreo…
Sada a este paso la veo
Convertida en Arcachón.
¡Arcachón! Que si lo es!
Y hay la mar de gente en Sada,
Tenemos aquí al Marqués
Que es el de Algara de Grés,
–Persona muy apreciada–.
Y hago punto, sudo el quilo,
Que he perdido la chaveta
No pudiendo hallar el hilo,
Pues convidan al poeta
A unas sardinas del pilo.
Fernando G. Acuña
El Mendo, 12/08/1891
Míguez, J. A.:
Míguez, J. A.:
“Poesía autógrafa de Fernando
García Acuña”, en Anuario Britangino,
Betanzos,1988.
García Acuña”, en Anuario Britangino,
Betanzos,1988.