FRANQUISMO OU MONARQUÍA?

 

RSP faise eco do comentario do “Newsweek” onde se di que o
franquismo estaría a caer por un golpe de man dos monárquicos partidarios de Don Juan de Borbón, así como das opinións dos exiliados republicanos que se opoñen á volta da monarquía, dando como única solución válida a restauración da República…

Presenta ademáis a figura do lider e futuro xefe do goberno desta restauración monárquica José María Gil Robles do que fai un detallado análise para concluir que, reciba os apoios que reciba, tanto dende España como fóra das nosas fronterias,nunca terá o apoio do pobo español…



3 de abril de 1944

EN EL CANDELERO DE ESPAÑA



Por Ramón Suárez Picallo


Días pasados, el popular seminario norteamericano ?Newsweek?, publicó una información sensacional sobre España, según la cual, su actual régimen político estaría a punto de caer a causa de un ?golpe de mano interno?, del que serían cabezas visibles, el ex Cardenal Primado de las Españas y actual Arzobispo de Sevilla, Monseñor Pedro Segura, el contrabandista y financiero don Juan March y Ordinas, un grupo de generales sublevados en julio de 1936 contra el Gobierno legítimo y varios políticos católico-monárquicos; el Duque de Alba, Embajador de España en Londres, varios banqueros, y muchos aristócratas, además de cuatro Ministros del actual Gobierno de Madrid: el de Guerra, General Asencio; el de Marina, Almirante Fernández Moreno; el del aire, General Vigón, y el de Relaciones Exteriores, General y Conde de Jordana.

El ?golpe? anunciado por ?Newsweek? ?anuncio ratificado hace muy pocas horas por otras publicaciones norteamericanas y por varias fuentes inglesas? tendría por objeto restaurar en España la monarquía, colocando en el trono al tercer hijo de Alfonso XIII, don Juan de Borbón y Wuttemberg. Trataríase de una monarquía ?democrática y constitucional?, con ribetes predemocráticos, autorizada y apoyada desde afuera, como ?única salida pacífica al actual estado de cosas, que no satisface a nadie?. En la última información, que tenemos a la vista, aún se dice más: que el presunto Rey, daría una amplia amnistía, convocaría a elecciones y estaría dispuesto abdicar, en el caso de que el consenso popular fuese adverso al régimen monárquico.

Hasta aquí, las últimas informaciones, breve y objetivamente reseñadas, que dieron motivo a reuniones, consultas y cabildeos, entre varios líderes republicanos residentes en América, en calidad de exiliados políticos, realizadas para oponerse a toda restauración de esa índole en España, porque ella no sería una solución del problema español, y sería, en cambio, sedimento de una nueva guerra civil a corto plazo.

La última palabra al respecto, la pronunció en México don Julio Álvarez del Vayo, Ministro de Relaciones Exteriores del último Gobierno republicano, que presidía el doctor don Juan Negrín y tres ministros más de aquel gobierno.

Álvarez del Vayo, que además de ministro republicano español, es un eminente periodista y escritor europeo, asegura que la España actual, ?sería beligerante, peligrosa, colocada a la retaguardia de los aliados, al lado de Hitler, en el momento en que se produzca la anunciada invasión europea?, con lo cual ?modestia aparte? viene a coincidir con un comentario nuestro, escrito en esta misma columna al día siguiente de la ocupación de Hungría.

Al final de sus declaraciones, el autor de ?La guerra empezó en España?, afirma, rotundamente, que la única solución del problema español, tanto en el orden interno para garantizar la paz civil y la convivencia nacional, como en el externo, en relaciones con el interés de las Naciones Unidas, radica en la restauración del régimen republicano democrático, derribado por la fuerza, pero no declinado por ninguno de sus órganos representativos.

Compartimos -ni que decir tiene- la opinión de Álvarez del Vayo, porque, a fuer de demócratas, siguen siendo verdaderos para nosotros, los veredictos populares no ratificados legalmente, de abril de 1931 y de febrero de 1936, que proclamó el uno, y ratificó el otro, el sistema republicano popular y democrático de Gobierno para España.

Pero, bien pudiera ser que el orden jurídico y legal español, emanado de la voluntad del pueblo, no tocara ningún pito por ahora y, a sus espaldas, se produjese lo que anuncian las noticias a que antes nos referíamos. En tal caso, están, incluso señalados en las referidas noticias los nombres de los hombres que figurarían a la cabeza de la proyectada restauración monárquica. Veamos la personalidad de uno de ellos:

JOSÉ MARÍA GIL ROBLES

Un Cardenal, un Duque, un contrabandista, un político que pidió dinero y armas a una potencia extranjera, para lanzar a sus conciudadanos a una pavorosa guerra civil, y varios generales, sublevados contra el estado al que juraron, por su honor, fidelidad, formarían el ?equipo restaurador?, bajo la presidencia de José María Gil Robles, el más turbio, desleal y tortuoso de los políticos españoles habidos desde un siglo a esta parte.

José María Gil Robles, Profesor de Derecho Político de la Universidad de Salamanca, no había tenido ninguna actuación política importante antes del advenimiento de la República. Educado con los jesuitas, no logró nunca altas calificaciones en sus estudios. Más bien lo tenían por ?pasable mediocridad, factible de ser útil a la Compañía?, según frase de uno de sus profesores, en carta autógrafa que conocemos.

En 1931 fue elegido diputado por Salamanca -con significación extrema derecha- a las Cortes Constituyentes republicanas. Las elecciones habían sido poco limpias, y las actas habían sido anuladas al no figurar en ellas, como diputado electo, don Miguel de Unamuno. Gil Robles hizo su primer discurso parlamentario defendiendo aquellas elecciones y el segundo -que habría de darle la Jefatura del todo el sector derechista llamado ?Ceda? (Confederación Española de Derechas Autónomas)- defendiendo, en nombre de la Comisión de la Constitución, la palabra ?España? como la primera de todas, en el texto constitucional que fue aportado. Fue éste el único discurso honesto de toda su vida política.

No es un gran orador, porque no tiene pasión. Es sí, un expositor, magníficamente disciplinado, que no dice una palabra más, ni una menos, de las que quiere decir. Siguiendo los métodos de sus maestros, atribuye al adversario cosas que no dijo, pero que a él le convendría que hubiese dicho, y tritura después, a base de supuestos. Es enérgico y duro, frío y cruel. Cuando un día dijo que la Corona de España tenía en lo alto una cruz y que él, al caer la corona, quería salvar la cruz, un diputado joven, católico practicante y republicano le gritó: ?Usted no cree en Dios; para usted la cruz de la Corona, sin el Cristo, es una bandera política?.

Durante las constituyentes, combatió todos los avances políticos y sociales de la República y no votó la Constitución, Triunfantes de Derecha, en 1933 con los radicales de Lerroux, gobernó declarando que ?acataba? el régimen. Su ida al Poder fue señala por los sucesos de Asturias de 1934 y fue llamado su Gobierno en el Ministerio de Guerra, y el de Lerroux, el ?bienio negro?.

Las elecciones de 1936, rescataron la República con una ?riada? en favor de las izquierdas, a pesar de serles adversas todas las fuerzas gubernativas. Gil Robles dirigió a nombre de las Derechas la campaña electoral, que les costó millones, con la consigna de ?4 por los trescientos? diputados, de los 473 que se eligen. Mientras tanto, en previsión del triunfo izquierdista, desde el Ministerio de Guerra, preparaba el golpe insurreccional, que le propuso a Portella Valladares, pidiéndole que declarase el estado de guerra y anulase las elecciones, y que éste rechazó entregando el poder a los triunfadores en los comicios al día siguiente del triunfo.

Desde febrero a julio de 1936, Gil Robles preparó con otros líderes derechistas, falangistas y militares, la insurrección armada. Y el día de la muerte de Calvo Sotelo, en una dramática sesión de la Comisión Permanente de Cortes, dio, citando una frase bíblica, la contraseña del alzamiento. Fuerzas republicanas moderadas y algunos derechistas, presintiendo lo que se venía, trataron de evitarlo buscando una conciliación. Gil Robles la hizo imposible y la víspera del día señalado para el golpe, salió de España para Portugal, en espera de que los insurrectos lo llamasen y lo hicieran jefe político del movimiento.

ASÍ PAGA EL DIABLO

No llamaron a Gil Robles y entonces volvió él a España a ofrecerse. Una noche los ?requetés? navarros, asaltaron su hotel y lo hicieron salir de nuevo de España, mientras los diarios falangistas lo ponían a pan pedir. Aún después siguió sirviendo y ayudando desde Portugal, como agente confidencial ante Oliveira Salazar, volcado, como se sabe, al lado de los insurrectos.

Terminada la guerra, tampoco lo llamaron porque el Diablo paga mal a quien lo sirve. Por el contrario, siguieron combatiéndolo y amargándole el amable destierro de Estoril. Entonces, empezó a conspirar a favor de la restauración borbónica. Últimamente publicó un violento manifiesto exigiendo la inmediata colocación de don Juan en el trono, proponiéndoles a los militares que lo hagan con las armas, si no viene de otro modo.

Este personaje sería, según las noticias a que nos referimos, el Jefe del Primer Gobierno de la monarquía restaurada. Cuenta, según dice, con fuertes apoyos exteriores; desde luego con el de Oliveira Salazar, el del Vaticano y los que pueda sumarle el Duque de Alba. Tiene también lo suyo dentro de España; el alto clero, la banca y la nobleza. Pero hay un apoyo que nunca tendrán, ni él, ni quienes están con él: el del pueblo español que los tiene, a todos ellos, señalados como responsables de sus grandes desventuras de los últimos diez años.

Cuanto hagan ?y, tal como andan las cosas puede que hagan algo? será siempre a espaldas de la voluntad nacional que los repudió antes, y volverá a repudiarlos, cada vez que pueda manifestarse libremente.



(Artigo publicado no xornal La Hora, en Santiago de Chile o 3 de abril de … 1944)

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