Á saída do 6º cabodano polo rei Alfonso XIII un grupo de importantes monárquicos da un mitin en Madrid reivindicando a figura de D. Juan e o acto remata como “o rosario da aurora” pola intervención dos falanxistas que gritan “¡Viva Franco, Rey!”.
¡Y qué mítines? ¡vive Dios! Ocho generales, cuatro o cinco duques, diez marqueses y una ristra de condes, altos funcionarios, políticos de mucho pro y de la Eminencia Gris de los jesuitas españoles, el reverendísimo don Francisco Herrera, participaron en el último, celebrado en Madrid a la salida de la Misa de cabodano por el alma de Alfonso XIII.
Como quien dice la flor y nata del ?Gotha? español -el almanaque de la grandeza? metido a armar zapatiestas callejeras, con gritos y vivas a don Juan Tercero, a la casta de Bordón y a la Biblia en verso. El acto terminó como el Rosario de la Aurorita, la diligente política del generalísimo y los adictos a la Falange, terminaron con la manifestación a estacazo limpio, gritando o contragritando, a su vez: ?Viva Franco, Rey?. Parece que muchos donjuanistas fueron a dar con sus huesos a los inhóspitos calabozos de la Dirección General de Seguridad de la villa y corte.
Mientras tanto, el Caudillo, con su cazurrería gallega y su espíritu calculador semítico, debe meditar en los vivas que le dieron sus partidarios: ?Franco Rey? ¡Francisco Primero por la gracia de Dios! Casi nada lo del ojo. Para el logro del tal propósito tiene ya mucho camino andado. Hace poco los ?procuradores? de sus Cortes, hechas por él a dedo, aprobaron el diseño de las nuevas pesetas de plata, donde ya se insinúa la idea; dice la leyenda: Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Estado por la gracia de Dios. Y él pensará: ?Si la gracia de Dios es infinita e ilimitada, y nos fue concedida como único requisito para ser Jefe del Estado, con estirarla un poquito pudo hacerme rey como me hice lo otro?. Franco es un hombre de armas usar y no de letras saber. De ahí que le parezca pequeña la diferencia existente entre ser rey y jefe de estado. Como el jabón y el hilo negro, que siendo cosas distintas, son las dos para la ropa.
Pero volvamos a los monárquicos. Todos los asistentes a la manifestación de Madrid, cuyos nombres publica ?La Hora? en cable de la U. P., generales, condes, duques, marqueses, etc., figuraron apoyando a Franco cuando se sublevó contra el Estado Español legítimamente constituido. Lo mismo que el propio don Juan, que quiso ser soldado en las huestes de insurrectos y que Franco no admitió en ellas por no creer en sus arrestos militares.
¿Pues, qué quieren ahora? ¿Quitar lo que pusieron? O como decía el personaje clásico, viendo camino de la horca a un famoso dictador y favorito: ?Esta es Castiella que face los homes e los deface?. Si Franco hubiese tenido trato con Calderón de la Barca, podría también recordarles al respecto los sonoros versos de ?La Vida es Sueño?:
?Pues si es verdad que si el dar es acción noble y singular,
es mayor bajeza el dar para quitarlo después?.
Y los monárquicos quieren quitarle a Franco, ahora, lo que le dieron antes; apoyo, dinero, autoridad y poder. Pues señor, de aquellos polvos vienen estos lodos. Y como los monárquicos sigan haciendo mítines a favor de su rey, como el que venimos comentando, al tercero o cuarto aparece Franco con una corona ?a lo mejor de espinas? en la cabeza, y ellos todos, en calidad de huéspedes de la Cárcel Modelo de Madrid, como cualquier guerrillero ?rojo?, mientras no griten también, ?Viva Franco, Rey?.
Y el pueblo español, que no puede reírse ahora a costas del sainete de la opereta que esta presenciando en silencio, tiene también su pensamiento: ?Yo me reiré el último y quien ríe al último es el que ríe mejor. Juan o Francisco me son iguales, con la gracia o sin la gracia de Dios. Desde luego sin pizca de gracia de ambos a dos?.