VACAS BRAVAS EN CHILE … E TAMÉN EN GALICIA.

RSP que escribiu este artigo en Chile no ano 1947 comentando como unha vaca daba cornadas a destro e sinistro polas rúas da capital chilena e onde afirmaba das vacas galegas ” Las vacas eran para nosotros animales dulces y encantadores, llenos de mansedumbre maternal, pastando en los campos verdes…” hoxe tería que confirmar que agora as vacas galegas xa fan como as chilenas hai 55 anos atemorizando aos veciños, como se pode ler no Faro de Vigo sinalizado ao pé.

2 de febrero de 1947

VACA LOCA

Por Ramón Suárez Picallo

Los habitantes, transeúntes y vecinos de esta ciudad benéfica de Santiago del Nuevo Extremo, estamos acostumbrados a ver, en nuestro habitual deambular por ella a toda clase de cosas desagradables: un árbol caído sobre la acera, como un ebrio a punto de caerse sobre nuestra humanidad, un mendigo que enseña lacras postizas; un tranvía descacharrado, tremante y crujiente, que amenaza machucarnos, un auto sin frenos y con un conductor curado , una micro o una góndola llevada de los diablos que nos deja sin resuello; y, a veces un quiltro de malas pulgas y peores trazas, en ademán de hincar el diente en carne viva.
Pero no conocíamos aún el peligro de una vaca brava, dando cornadas a diestra y siniestra a cuanto cristiano encuentra a su paso, especialmente si va vestido con ropas de colores llamativos, como son el rojo y el verde.

Las vacas eran para nosotros animales dulces y encantadores, llenos de mansedumbre maternal, pastando en los campos verdes, aguantadoras y pacientes, dejándose ordeñar por las personas y por los terneros recentales , con una estrella blanca en el testuz. ¡Como en los idos tiempos de Virgilio! Que fueron una especie de siglo de oro del ganado manso, vacuno y lanar.

Pues, no señor. La vaca se vino a la ciudad, o, por decirlo mejor, la trajeron a la ciudad; la metieron en un horrendo establo de concreto, y se sublevó, quebró la cuerdas y se salió a la calle dispuesta a hacer un estropicio con las cuernas hirsutas, en justa venganza por habérsela sacado de los campos, húmedos y jugosos, que son su natural ambiente.

Y, días pasados, apareció aquí hecha una furia en las calles de Santiago, y mandó a una señora a la Asistencia Pública ¡Era lo único que nos faltaba! Ser embestidos en plena ciudad por vacas furiosas. Igualito que en una dehesa de Salamanca, de Valladolid o de Sevilla, donde a veces la vacas se vuelven toros miuras o veraguas, olvidando sexo, costumbres y condición social.

(Artigo publicado no xornal la Hora, en Santiago de Chile, tal día como hoxe de… 1947)

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