Creado en 1947 (pola Lei de Sucesión). Só funcionaría si morría ou se incapacitaba ao Xefe do Estado. Formado por un presidente (o das Cortes), un prelado do Consello do Reino, e un capitán xeral de cada exército (tierra, mar e aire).
Neste artigo RSP fala da creación do mesmo, así como a decisión de Roma de impedir que ningún prelado forme parte do Consello de Rexencia do Reino… 16 de diciembre de 1947 “CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO”
Por Ramón Suárez Picallo A todo tren corren los preparativos para proclamar en España, el Consejo de Regencia del Reino, institución “sui generis”, inventada por el Caudillo, aprobada por las “Cortes” de don Esteban Bilbao y requete aprobadísimas por un plebiscito en el que “¿a la fuerza ahorcan?”
El tal Consejo es un maravilloso artilugio jurídico-político, del cual el General Francisco es dueño y señor con la facultad, incluso, de elegir rey o de declararse rey, él mismo, si así se le viene en gana. Forman, parte del organismo, “por derecho propio”, y a falta de mejor derecho, personajes más o menos representativos de diversas instituciones, entre las que se cuenta, naturalmente, la Iglesia Católica en la persona de su jerarca máximo, el Cardenal Arzobispo de Toledo, Primado de todas las Españas, que lo es actualmente Monseñor Plá y Daniel.Monseñor Plá y Daniel le prestó a Franco y a su régimen totalitario impagables servicios, volcando toda la autoridad espiritual que le da su alto cargo, en el platillo de la balanza ilegítima; hasta que un día, las Cortes del Generalísimo, autorizaron por su cuenta y riesgo, una emisión de monedas en las que se lee que Franco es Jefe del estado español “por la gracia de Dios”. La leyenda fue acuñada en las “leandras” de plata con el permiso de la única entidad que hoy por hoy, está autorizada para administrar la gracia de Dios: la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, cuya sede aún no está en Toledo ni en Madrid, sino que en Roma, Monseñor el Cardenal Primado, y otros jerarcas españoles de primer plano, declararon herético el acuerdo de las Cortes franquistas, y de ahí el que se hayan topado con la Iglesia, los capitostes más obsecuentes del Caudillo. Y como la Santa Madre sabe esperar, esperó. Y hétenos aquí en el preciso momento en que se está preparando la ceremonia de la proclamación del Reino y de su Consejo Regente, en el histórico, legendario y tradicional Monasterio de las Huelgas de Burgos, cuando llega de la Santa Sede el jarro de agua, lanzando sobre los preparativos de la ceremonia –tapices, cuadros, pórticos y festonados graníticos de estilo gótico– una terminante prohibición: ningún jerarca de la Iglesia española, podrá participar en el Consejo de la Regencia del Reino de España. No se sabe aún la reacción del franquismo frente a la prohibición romana. Si Franco fuese Felipe II, repetiría el gesto del monarca taciturno, diciéndole al Papa: “En Roma decide usted; pero en España mando yo”; pero Franco no es ningún Felipe y tendrá que limitarse a recordar la exclamación de Don Quijote: “¡Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho!” ¡Y vive Dios!, que la topada no augura nada bueno para nosotros.
(Artigo publicado no xornal La Hora, en Santiago de Chile o día 16 de decembro de… 1947) |