OS GATOS E O PLAN MARSHALL

Con motivo da aplicación do Plan Marshall para reconstruir Europa, a Sociedade Felina de EE.UU con sede en Nueva York propón enviar un millón e gatos para comerse os ratos europeos e así protexer os alimentos destinados as persoas…pero tal idea é rexeitada por temor a que os europeos coman os gatos, pois ben aliñados saben mellor que os coellos…

16 de febrero de 1948

SE SALVARON LOS GATOS

Por Ramón Suárez Picallo

En torno a la aplicación del tan llevado y traído Plan Marshall se ha producido una extraordinaria novedad digna ciertamente de destacarse. Como se sabe, el tan mentado plan, tiene por objeto principalísimo reconstruir la Europa destruida, llevándoles a sus habitantes ropas, medicinas, herramientas de trabajo y muchos comestibles. Y dada su magnitud y envergadura puede cualquier hijo de vecino –especialmente si es norteamericano- dar su opinión y sugerir iniciativas con vistas a su mayor eficiencia. Pues bien, usando de tan plausible derecho, La Sociedad Felina de los Estados Unidos, con sede en Nueva York, metió su cuarto a espadas en el asunto proponiendo el envío a Europa de un millón de gatos yanquis, sanos, robustos y vigorosos, encargados de comerse a todos los ratones del viejo Continente. Sostienen los dirigentes de la sociedad de marras que los mininos regalones merendándose a las ratas europeas evitarían que éstas, a su vez, se coman los alimentos destinados a las personas, de lo que resultaría en gran provecho y mucha economía.

El Ministerio de Estado, o por mejor decir, los funcionarios de él, encargados de estudiar y aplicar el Plan, a quienes les fue planteado el negocio, declararon que no entra en sus propósitos el envío de gatos a Europa por razones que se reservan, pero que son bien fáciles de suponer: lo primero, es el peligro que los ratones hambrientos se coman a los gatos; y la segunda, es que se los coman los ciudadanos con arroz o estofado, pues es cosa bien sabida que el gato, después de serenado con yerbas finas, adecuadamente aliñado, es plato de príncipes, superior al mejor conejo y al pollo más exquisito. Ahí es nada, ver llegar a Europa, donde la carne de alimento habitual es hoy desconocida, un millón de micifuces, sanos, robustos y bien cebados. ¡Menudo banquete y menudo gaticidio!

En este caso debe felicitarse, pues, a los gatos norteamericanos y a sus defensores –los funcionarios de la Casa Blanca- y debe censurarse en cambio a la Sociedad Felina de Nueva York, que quería brindarles a las ratas y a las personas hambrientas de allá un opíparo banquete a costa de la vida y de la tranquilidad clásica de sus animales protegidos.

Mientras tanto, se asegura que el Plan Marshall salvará a Europa. No nos atrevemos a negar, ni a afirmar nada al respecto; y nos limitamos a expresar nuestra alegría por haberse salvado al menos a los gatos de los Estados Unidos…


(Artigo publicado no xornal La Hora en Santiago de Chile o día 16 de febreiro de… 1948)

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