Los traperos de la obra del Gobierno democrático, aquéllos que buscan afanosamente tan sólo los defectos, que si no se hallan inventan; los detractores sistemáticos de la creación ajena, pasan por alto estas noticias o las despachan desde algún rincón invisible de su prensa, mientras destacan a grandes titulares la minúscula murmuración, el rumor falso y la suposición malévola.
No obstante, cuántas cosas bellas, tendientes a hacer Patria, no merecen su comentario. Por ejemplo, esos ocho millones de pesos dedicados a cuatro escuelas provincianas de artesanos donde centenares de muchachos chilenos, de escasos recursos, recibirán el bien inestimable de aprender un oficio o un arte manual que les permita ganarse el pan con decoro.
Un oficio es una herramienta de dignificación humana. El peoncito, sin oficio ni beneficio que tiene que emplearse “de cualquier cosa”, es un candidato a la perpetua esclavitud moral y a la miseria física, en que se debatió durante un siglo la juventud rural y semirural de Chile. Materia prima para la esclavitud económica y política que los elementos reaccionarios quisieran perpetuar para conservar el dominio político sobre los cuerpos y el dominio espiritual sobre las almas.
La Democracia, en este orden, sabe donde va. Y tanto por emoción social y humana, como por conveniencia política, lleva los beneficios de la cultura a las capas populares y medias, de donde, cada día en mayor grado, han de salir sus estadistas, sus administradores y sus técnicos.
De esas escuelas a las que hoy se destinan unos millones, ha de recibir la Nación los mejores forjadores de su futuro. Las tradiciones familiares, los apellidos linajudos, los cantones oligárquicos, los títulos meramente académicos tienen menos que hacer cada día en la cosa pública.
¡Constructores se necesitan! Trabajadores en tierra y piedra y madera y hierro y cobre y oro y bronce para construir la Patria que viene. Y esos se están formando en las escuelas populares para las cuales ocho millones, nos parecen pocos millones.
Muchos más millones pedimos para ellas.
¿Qué no los hay? Pues a buscarlos donde los haya. Muchos más millones para sembrar a voleo. La cosecha lo pagará todo en frutos preciosos. En hombres aptos para ganarse la vida con decoro.