RSP opina sobre o asunto.
No conocemos religiosa ni personalmente, al Padre Fermín ni maldita la falta que nos hace el conocerlo; más aún, creyentes, cristianos y católicos como lo somos, no lo soportaríamos a la cabecera de nuestro lecho en la hora de la muerte, porque él no representaría allí la infinita misericordia de Cristo, ni su mandato de “amaos los unos a los otros”, ni su Evangelio de paz ni de concordia ni tampoco el amplio perdón concedido a los gentiles; y ni siquiera el sagrado precepto que prohíbe matar. El pobre padre Fermín, no sabe, para mal de su alma, de esas sutilezas cristianas y evangélicas. Es él un curazo de misa y olla, fascista y trabucaire que se emociona con los pistoleros requetés y falangistas, mientras consagra a Dios en el Santo Sacrificio de la Misa, con el mismo frío automatismo con que se pone en marcha un carro tirado por dos mulas. Es un sacerdote, como podría ser un vulgar arriero, coincidente en Patio de Monipodio. Un tal con hábitos sacerdotales que puede convertir el Púlpito de un Templo -¡La cátedra del Espíritu Santo!– en tribuna de mitin político al servicio de los moros rifeños e infieles que Franco trajo a la Península para destruir el orden político, jurídico y cristiano, que el cristianísimo pueblo español se había dado a sí mismo en uso de su histórica y tradicional soberanía.
Por eso, no compartimos poco ni mucho la indignación de los creyentes y católicos democráticos de San Fernando, ni tampoco los escritos a que dio motivo allí el dicho curazo de misa y olla, que proclamó el General Franco, como representante de Cristo en la tierra. Hay un refrán que dice que es gran tontería “dar por el pito más de lo que vale”. Y preferimos en cambio referirnos a ilustres jerarcas de la iglesia Española, que han abominado del régimen nazifascista allí imperante: Monseñor Vidal y Barraquer, Cardenal Arzobispo de Tarragona, muerto en el exilio; Monseñor Mateo Mujica, Obispo de Vitoria; el Canónigo Vásquez Camarasa –el mejor orador sagrado de lengua española- muerto exiliado en Burdeos; Monseñor Pildaín, Obispo de Canarias y cuya carta pastoral sobre las atroces inmoralidades del régimen fue prohibida en España; todo ello aparte de la violenta diatriba del Cardenal Segura, declarando herética la proclamación de Franco como “Jefe del Estado por la gracia de Dios”.
Tampoco nos va, ni nos viene la declaración que hizo el mentado “padrote” afirmando que Franco es el vencedor de las 52 Naciones Unidas o sin unir. Y quédese en la paz sanfernandina el Padre Fermín y los tontainas que escucharon su bélico sermón apologético de totalitarismo nazifascista en la capital de Colchagua, ya tiene lo suyo con este curazo trabucaire, de misa y olla, que no explica nunca el Evangelio, pero que de cuando en cuando los “ilustra” predicándoles las delicias de la más abominable tiranía política de la Europa de nuestros tiempos.