CONSUMO DE PEIXE EN CHILE

Un novo artigo,e van…, na teima que ten RSP animando aos chilenos a consumuir peixe. Hoxe, a conta dun matrimonio republicano español residente en Francia, que chega a Chile e comenta sobre cuestións alimentarias comparando o caro que vai o peixe en Francia, insiste RSP no necesario que é consumir peixe das sempre tan abondosas augas chilenas…


13 de septiembre de 1947


EL PESCADO Y LA CRISIS ALIMENTICIA EN FRANCIA


Por Ramón Suárez Picallo


Acabamos de hablar con un español llegado hace pocos días de Francia junto con su esposa. Fue Alcalde republicano de una histórica villa aragonesa, cargo que desempeñaba al estallar la guerra civil. Es un hombre culto, de clase media, dotado de gran ponderación en sus juicios y observaciones. En España era agente de negocios, representante en su tierra, de una poderosa y tradicional industria del Sur. En Francia corrió la dura aventura de los campos de concentración, comiendo pan negro y lentejas con sal y agua. Durante la ocupación alemana fue trabajador forzado de los más duros menesteres; en la Selva Negra, talando y aserrando maderas; en fábricas y talleres haciendo lo que lo mandaban, y por último, después de liberada Francia, trabajando en el comercio de Marsella. Su ilusión era venir a Chile y vino a lograr su ilusión. Sus primeras impresiones de esta tierra son conmovedoras.

“Esto – nos dice – es el paraíso terrenal en comparación con lo que he dejado atrás”.

Le explicamos el actual momento chileno, la crisis económica por la que atraviesa, especialmente en orden a la desnutrición de su pueblo, el déficit de la carne y del pan y a las malas costumbres de los que se empeñan en no saber comer, para seguir comiendo poco, mal y caro.

“Estoy asombrado, no sólo de lo que usted me dice, sino de lo que yo mismo he comprobado al respecto. Acabo de saber que aquí se menosprecia el cordero de Magallanes como alimentación y que, en cambio, la gente se vuelve loca por una tajada de carne de buey viejo, duro, cansino y más caro que un solimán. ¡Oh, agrega, si estas gentes estuvieran en Francia o en Inglaterra, países tradicionalmente ricos, verían lo que es bueno! Un pedazo de carne de cordero de Magallanes o de la Cochinchina, salado, en charqui o frigorizado, es allí bocado que sólo se cata en las grandes fiestas y en la mesa de familias de cierto pro”.

“En cuanto al pescado, prosigue nuestro interlocutor, mi asombro no tiene límites. pensar que hablando, como hay en Chile, una crisis grave de productos alimenticios, se desprecian los frutos de su rico mar como alimentación diaria y habitual, es pensamiento que no cabe en la cabeza de un forastero que viene de Europa, donde el pescado es elemento esencial para resolver un problema de hambre auténtica.”

A esta altura de la conversación, interviene la señora, con su autoridad de ama de casa:

“En Francia, un kilo de merluza, frigorizada, traída del mar del norte, vale 400 francos cuando la hay; porque este exquisito pescado blanco, es recomendado por los médicos a los enfermos más delicados y cuando se vende a la población común. Hay que hacer la cola para adquiriría a precio de tasa. Las sardinas, rigurosamente racionadas, cuestan a 120 francos el kilo; y otros peces más ordinarios como el verdel, el jurel, la raya, la cabrilla, etc., nunca valen menos de 80 francos. ”

Recordemos, entonces, que aquí en Chile, la merluza, que se llama “pescada”, es considerada como pez ordinario; y que la exquisita sardina de Talcahuano y de Antofagasta, la más sabrosa de todo el continente americano y la que más se le parece a la de las costas atlánticas de Europa, empezó a comerse hace muy poco tiempo; ella, como la merluza, fueron jerarquizadas y reivindicadas, especialmente por los refugiados españoles, que se rechupan los dedos cuando las tienen por manjar en su buena mesa, que es casi todos los días de la semana. ¡Y a todo esto, Chile es un país desnutrido por causa de un déficit de productos alimenticios de primera necesidad, que tiene que importar a muy caro precio!


Nuestro informante asegura que Francia, Inglaterra, los Países Escandinavos y España, con Italia y Portugal, están explotando este año hasta el máximo de sus posibilidades, la ya muy explotada riqueza de los mares para compensar la escasez de los frutos de la tierra; no sólo para el consumo interno sino que también para obtener divisas mediante importantes exportaciones de los productos, industrializados con absoluta perfección y enviados a los mercados exteriores en busca de prestigio y de dinero contante y sonante.

Todos los gobiernos de Francia y de España, muy especialmente desde la crisis provocada por la última guerra mundial, se han preocupado del fomento de sus industrias pesqueras como renglón importantísimos de la economía nacional: franquicias especiales para el transporte rápido desde los puertos a los mercados consumidores; libre y preferente tránsito para conductores del producto; liberación de tributos a los puestos de venta de pescado, e incluso primas y honores especiales para quienes lo guisan mejor y enseñan al pueblo de tierra adentro a comerlo de cien maneras distintas. Y, además, un control diario y riguroso en los precios, tendiente a evitar que ciertos productos, botados y sin precio en los medios donde se producen, -el caso de la pescada, del congrio negro y la sardina en Chile- se venden en las ciudades a precios casi prohibitivos, absolutamente inexplicables, como no sea para justificar una especulación delincuente, tan abominable como todas las otras especulaciones.

En fin, y para terminar: mientras los más ricos países Europeos buscan en la riqueza de sus mares la manera de ayudar a resolver el pavoroso problema del hambre, en Chile la gente no come pescado, teniendo como tiene el más rico mar del mundo en especias, que en Europa, sólo son accesibles a las mesas de los grandes millonarios, y eso en los días de fiestas de guardar.

¿Que somos machacones en el tema? Seguiremos siéndolo contra viento y marea, en la seguridad de que serlo cumplimos con un deber.
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