CAMPAÑAS DE ALFABETIZACIÓN… EN 1949

Desde su exilio en Chile, RSP aplaude las campañas de alfabetización que se promueven en el país, para logar reducir el analfabetismo…


9 de diciembre de 1949


ALFABETIZACIÓN


Por Ramón Suárez Picallo


Las campañas de alfabetización de las capas populares más modestas de la sociedad chilena, iniciadas con gran impulso hace algunos años, habían decaído últimamente por causas inexplicables. Quizá por la falta de fervor apostólico que requiere una labor de tal naturaleza, y quizá también, por falta de recursos materiales, debida a causas que son del dominio público. No por falta de objetivo, pues, sigue habiendo en el país un número considerable de analfabetos que no saludaron el prodigio de la letra, de la sílaba y de la palabra.

Por fortuna, la noble tarea tiene ahora nuevos estímulos y nuevos impulsos de parte de las autoridades competentes, encargadas de lograr el propósito de que en todo el país no haya ningún analfabeto. Así como suena, ningún analfabeto. Y cuenta, además con grupo de voluntarios cívicos dispuestos a cumplir la nobilísima obra de misericordia de enseñarle al que no sabe.

Pero una labor de tal naturaleza y magnitud no logrará su plenitud si en ella no interviene la buena voluntad de toda la ciudadanía –hombres y mujeres, jóvenes y viejos- empezando por la propia casa ¿Cuántos dueños de fundos, de grandes fincas, de talleres y de fábricas se han dedicado a averiguar si sus peones más modestos saben o no leer y escribir? ¿Y cuántas familias pudientes y sedicentes cristianas dotadas de todos los bienes y dones del Espíritu Santo han indicado alguna vez a sus hijos mayores el deber cívico, moral y religioso de enseñarles a leer y escribir a los empleados y empleadas encargados de guiar a sus hijos más pequeños en el balbuceo de las primeras palabras?

La obra ha de ser paciente, tenaz, sin prisas y sin pausas, en busca de un solo premio y de una gran satisfacción espiritual: compartir el asombro maravillado del hombre al descubrir por vez primera el secreto del Verbo hecho letra y hecho palabra. Y, además, la emoción de hacer patria, en la que todos sus ciudadanos sepan leer y escribir lo que sienten, lo que piensan y lo que desean.

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