A PESCA EN CHILE (1947)

Son numerosas as ocasións nas que RSP escribe artigos sobre a pesca e o consumo de peixe en Chile. Neste artigo así o confirma e engade datos e cifras que demostran a importancia e porvir da industria pesqueira…

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14 de enero de 1947

EN TORNO A LA INDUSTRIA PESQUERA DE CHILE

Por Ramón Suárez Picallo


Acabamos de leer, con íntimo agrado, una interesante información sobre la industria pesquera chilena, publicada en “La Hora” de ayer e ilustrada con cifras sobre la producción e industrialización de los productos del maravilloso y opulento mar de Chile. Nuestra satisfacción tiene varias explicaciones. Hemos hecho, en esta misma sección, durante dos años y medio una campaña a favor del fomento de la pesca en Chile, tratando el problema desde varios ángulos y puntos de vista. La extracción del producto, su transporte, sus precios en el mercado y la cultura culinaria del consumidor, así como la nefanda labor de los acaparadores que encarecen su precio, fueron tratados aquí, con vistas al interés público de la colectividad chilena, sabiendo de lo que tratábamos.

Estábamos entonces convencidos –y seguimos ahora en esta misma convicción– de que Chile tiene que descubrir su mar, amarlo, quererlo y cultivarlo, como a una de sus más ricas fuentes de riqueza. Mucho más interesante que la mina y tan interesante como la misma tierra. Especialmente, en estos tiempos de escasez de productos alimenticios, que, como la carne, cara y mala, tiene que venir de fuera, con grave recargo del erario nacional y sin ventaja para la nutrición de este pueblo desnutrido.

Buscarle un sustituto a este producto que lo reemplace sin desventaja y que sea aborigen del país, es un deber inexcusable de quienes tienen sobre sus hombros y sobre su espíritu, la responsabilidad social y política de dirigir la Economía Nacional, con vistas a mejorar el nivel de vida de las masas populares. Pues bien; en Chile la solución del difícil problema está en aprovechar, dirigir y encauzar los productos de la pesca, capaces de enriquecer la mesa familiar del pueblo y de la clase media; y, más aún: de crear un renglón importante de las exportaciones que traigan al país divisas constantes y sonantes de las que el país está muy necesitado.

Muchos pueblos de América y de Europa, estarían felices si tuvieran, una fuente caudalosa e inédita de riqueza como la que Chile tiene en su largo, bello y rico mar, poblado por las más exquisitas especies, abundantes como en ninguna otra costa del mundo.

LAS CIFRAS

Los números que ilustran la información a que venimos refiriéndonos son altamente halagüeños en todos los órdenes. La producción total de la pesca, en su fuente extractiva, fue en 1938 de un millón novecientos cincuenta mil setecientos kilos (1.950.700 kilos) y, en 1946, de tres millones, seiscientos cuarenta y cinco mil novecientos cincuenta y dos kilos (3.645.952).

Veamos ahora las cantidades referentes a la industrialización. Ellas fueron, en el mismo período, las siguientes; 1938, 701.200 kilos; y en 1946, 2.566.172. Las cifras de aumento son verdaderamente fabulosas, si se tiene en cuenta la escasa protección del Estado a esta rica industria y los otros factores negativos que la combaten; entre ellos los intermediarios y los especuladores, enriquecidos escandalosamente a costa de los productores y los consumidores, mediante procedimientos dolosos, tanto o más reprobables como los de los panaderos recientemente condenados por la ley y la opinión pública.

Si estas cifran se mantienen en los próximos diez años en idéntica escala progresiva, tendrá Chile, en el año de 1956, una industria pesquera con todos sus derivados, superior a todos los otros países del Continente americano, y habrá, además, resuelto en buena parte un grande problema referente a la alimentación de su pueblo, junto con abrir una limpia partida en el renglón de sus exportaciones a los países vecinos, que necesitan, como el pan de cada día, los ricos productos del mar chileno, que justiprecian y envidian en su justo valor.

OBSERVACION

Es muy interesante observar que en el aumento de la producción, industrialización y consumo que subrayamos, figuran en primer término, especies que hace diez años eran injustamente menospreciadas entre los consumidores chilenos, imbuidos por ridículas supersticiones y por un absoluto desconocimiento de sus cualidades nutritivas. En efecto, la pescada, la sardina y el congrio negro, cuadruplicaron las cifras en este decenio. Quizás se deba su aumento a la baratura; pero se debe, también, a un progreso notorio en la cultura del consumidor de pescado, acrecentada últimamente por los españoles del norte y del noroeste de la Península, maravillados ante la exquisita merluza que nadie comía; ante las sardinas chilenas, las más ricas del Continente americano y las más parecidas a las de Galicia, Francia y Portugal, por su sabor y su finura, que sólo comían los pobres de solemnidad; ante el congrio que, negro y todo, es en Europa bocado de potentados por su escasez en aquellos viejos mares, explotados desde los tiempos de Roma.

Para estas gentes, muchas de las cuales tienen la proceridad de vivir de la pesca en su costa nativa desde hace mil años, reza aquel viejo refrán que dice:

“Todo lo del mar se puede comer porque, de todos sus peces, el que no mata, engorda”. La cuestión es saber prepararlos de modo adecuado, según sus características y según el paladar de Chile, prescindiendo de las modalidades extranjeras que en materia de preparar pescado, no tienen quienes lo preparan, ni las más remotas noticias.

De todos modos, señalamos el notable progreso alcanzado en los últimos diez años, en orden al acrecentamiento de la industria pesquera chilena, como un indicio cierto de nuevos avances en el sentido de abrirle al país una fuente de riqueza de insospechable trascendencia social y económica.

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