Y una de las más grandes dificultades con que tropezaron el Chile los más nobles y ahincados esfuerzos realizados para hacer de la pesca una industria serja, fue, precisamente la índole deportista de los pescadores chilenos, esa condición aleatoria de todo deportista, sobre la cual no puede descansar una industria, cuyos productos deben ser de consumo diario, servidos en rigurosa regularidad a hoteles, puestos del mercado y fábricas industrializadoras.
Por ello, no hemos entendido nunca, ni hemos de entender jamás, cómo en un país como Chile, que tiene un inmenso litoral marítimo opulento en peces capaz de ofrecerle a sus habitantes una fuente de riqueza de inconmensurables proyecciones, el problema de la pesca está asociado al de la caza en una institución cuyo nombre significa, en sí, el ejercicio de un deporte más o menos frívolo en vez de la Organización y Dirección serias de una Economía, como ocurre en los países donde los bienes del mar son paralelos a los de la tierra en el orden técnico y gubernamental. Es decir, donde los Ministerios, que tienen a su cargo la rectoría económica, sostienen subsecretarias o direcciones generales de pesca, servida por técnicos especializados en la materia, con escuelas elementales de pescadores, con institutos donde se enseña a extraer, a conservar y a industrializar los productos extraídos, y con centros de altos estudios científicos, para conservar, preservar y acrecentar la fuente prístina de la riqueza. Y sobre todo, donde se le enseña al obrero productor y extractor de la materia prima, un claro concepto de responsabilidad moral y técnica. Ir al mar todos los días, haya o no haya abundancia de productos, con vistas a tener cubierto siempre el mercado consumidor.
Claro esta que esto trae aparejados otros problemas; por ejemplo, cuando el pescador sabe que el producto que él vendió a tres, fue cotizado a veinte, sin percibir ningún beneficio en la diferencia, se desmoraliza –y con muchísima razón– y dice; que salgan a pescar los que se enriquecen con mi trabajo, sin ponerle ni quitarle nada a lo que yo he producido.
En resumen y concretando: Está muy bien que se celebre en Chile un Campeonato Municipal de Pescadores, que ejercen la pesca como un deporte; pero estará mucho mejor que la pesca de Chile sea considerada como fuente de riqueza e industria básica del país; y en tal condición y jerarquía sea considerada y estudiada con criterio más sólido, más serio y más científico que el que suele ponerse en las justas deportivas.