RSP -como millerios de españois- sofriu as gravísimas consecuencias do levantamento militar e posterior guerra, tanto a nivel persoal como familiar.
Dende a diáspora do exilio, en moitísimas ocasións escribirá sobre o tema e sobre esta data -que lembra con fonda tristura- ten artigos publicados nos anos 1943 e 1947. Hoxe presentamos un deles.
18 de julio de 1947
UN POCO DE HISTORIA
Sin embargo, nunca está demás evocarlas aunque sólo sea a grandes rasgos: en abril de 1931 se celebraron en España unas elecciones municipales, convocadas, organizadas y dirigidas por un gobierno monárquico que les dio expreso carácter de plebiscito y referente, proclamando inmediatamente la República. El cambio de régimen se hizo sin que se derramase una sola gota de sangre, pacíficamente y en medio de un gran regocijo popular. El Gobierno Republicano Provisional, de acuerdo con las leyes preestablecidas, se dio a sí mismo un estatuto jurídico y convocó a elecciones constituyentes, celebradas en junio de ese mismo año. A esas elecciones concurrieron todos los viejos partidos políticos anteriores al cambio de régimen, incluso los monárquicos, que sacaron en ellas una fuerte representación. De ellas nacieron las Cortes Constituyentes que dieron al nuevo sistema republicano una Constitución y un conjunto de leyes complementarias, asentándolo, por lo tanto, sobre bases impecablemente jurídicas.
El régimen así establecido obtuvo a los muy pocos días de su vida, el reconocimiento oficial de todas las naciones del mundo, incluso el de la fascista Italia y el de la Alemania nazi. Las Cortes, o sea el Parlamento, sobre las que residía la soberanía nacional, funcionaron desde el 14 de julio de 1931 al 1º de octubre de 1933, fecha en que, usando de una facultad constitucional, las disolvió el Primer Presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora.
Convocadas nuevas elecciones dentro de los términos señalados en la Constitución, triunfaron en ellas los sectores de la Extrema Derecha en su mayoría enemigos del nuevo régimen, cuya Constitución no habían votado ni prometido acatar. Se formó un gobierno de conocido por el remoquete de ?Bienio Negro?, formado por don Alejandro Lerroux y don José María Gil Robles, republicano de Derecha el primero y monárquico católico el segundo. Este gobierno tuvo que vencer graves dificultades y, al final fue sustituido por otro, presidido por don Manuel Portela Valladares, antiguo liberal y Ministro monárquico, quien disolvió las Cortes y convocó a elecciones para el 16 de febrero de 1936.
Don Manuel Portela era Ministro de la Gobernación Interior y Presidente de Consejo de Ministros; había formado un partido centrista ajeno, por igual, a la Extrema Derecha y a la Extrema Izquierda, y utilizó a favor de él todos los recursos gubernamentales, inclinándose más bien a la Derecha que a la Izquierda, representada ésta por el Frente Popular. La campaña electoral fue tremenda. Las Derechas gastaron en ella más de 60 millones de Pesetas, y el Gobierno se volcó entero por su parte. Pero el pueblo republicano, venciendo todas las dificultades, dio el triunfo a sus partidos en la elección más difícil y reñida realizada en el país durante el último siglo.
Al día siguiente del triunfo popular, se presentaron ante el Presidente del Consejo los elementos dirigentes de los partidos derrotados, proponiéndole dar un golpe de Estado, declarar la Ley Marcial y disolver las Cortes antes de que se reuniesen. Pero don Manuel Portela Valladares, liberal y monárquico, respetuoso del veredicto de las urnas, en vez de aceptar las proposiciones reaccionarias, llamó a los jefes de los partidos triunfantes y les entregó el Poder, actitud que luego confirmó el nuevo Parlamento en reunión solemne.
Así nació el gobierno legitimo español contra el cual se alzó en armas tal día como hoy de 1936 el General Francisco Franco Bahamonde, a las 48 horas de haberle prometido a su Ministro de la Guerra, y jurado bajo su palabra de honor, defenderlo y apoyarlo como representativo de la voluntad popular, libremente expresada en los comicios electorales.
LA CONSPIRACIÓN
Tal es el proceso político visto breve, pública y objetivamente, del régimen republicano español, desde el día de su proclamación hasta que una parte del ejército que le juraba fidelidad se alzó contra él, traidora y alevosamente, abriendo el horroroso periodo de una guerra civil sin precedentes en la historia peninsular. Desde su nacimiento la República Española, se marcó a sí misma una trayectoria liberal y democrática con acento socializante. La vieja reacción hispánica, formada por un ejército de casta que perdiera todas las batallas militares, pero que estaba acostumbrado a triunfar en la intriga y en el pronunciamiento, una iglesia servil e incrédula, analfabeta, que vivía de la ?congrua? que le daba el gobierno y no de su eficiencia religiosa y un latifundismo semifeudal, que hacía de España inmensa extensión de tierra sin hombres, con grandes masas de hombres sin tierras, conspiraban sin el menor recato contra su existencia, dentro y fuera del territorio nacional, usando y abusando de la libertad política que le concedía el régimen que deseaban matar y que mataron.
Hitler y Mussolini veían con malos ojos a la democracia republicana española como a un seguro estorbo para sus planes de conquista de Europa, circunstancia que aprovecharon los conspiradores para gestionar y obtener la ayuda material y política de estas potencias para sus planes insurreccionales. El resultado fue la guerra cuya iniciación recuerda hoy con hondo dolor el pueblo español, que defendió a su régimen legítimo durante 33 meses de lucha heroica, a modo de capítulo primero de la Segunda Guerra mundial librada por la existencia de la libertad y de la democracia en el mundo civilizado.
¿Y TODO PARA QUÉ?
La guerra le costó a España un millón de muertos, otro millón de heridos y de mutilados y pérdidas cuantiosas de bienes materiales y con la división de su pueblo en bandos irreconciliables y rencorosos y con el quebrantamiento de su unidad nacional, espiritual y política, para más de un siglo; las cárceles repletas de presos y su pueblo privado de los más elementales derechos humanos. ¿Y todo para qué? Para que los causantes, provocadores y triunfadores de la gran catástrofe, busquen ahora manera de hacer algo parecido a lo mismo que ellos destruyeron, con un pavoroso huracán de lágrimas, de muerte y de sangre. Es decir, para volver a lo antiguo que el pueblo reprobó, en forma equivocada e irrevocable. Mientras que en el orden internacional del mundo democrático, se encuentra aislada e excluida de todas las actividades, aún de aquellas que le dieron otrora brillo universal.
Por eso, las efemérides españolas de hoy no es de las que se recuerdan con fiestas y alegría. Es, por el contrario, día de trágicas y dolorosas evocaciones. Como que en ella se evoca una gran traición al pueblo hispánico y a las instituciones democráticas representativas que él ?después de luchas seculares? se había dado libremente. Y el mejor saludo, es un minuto de silencio -¡de silencio absoluto!? dedicado a sus muertos, a sus presos y a los que viven agonizando en espera de recuperar la Libertad perdida.