LA CONDESA DE PARDO BÁZAN

De aquella recia casta de mujeres gallegas que se llamaron Concepción Arenal, Rosalía Castro de Murguía y condesa de Espoz y Mina, fue Emilia Pardo Bazán, la insigne escritora fallecida el jueves en Madrid.Creció la moza en su casa solariega de la calle de Tabernas, en el aristocrático barrio de la Ciudad Vieja, en !a Coruña, nutriendo su despierta inteligencia con el estudio; su sentimiento, con el ejemplo de un hogar cristiano en el que todas !as virtudes domésticas y sociales tenían su sede, y atendiendo también al desarrollo físico con variados ejercicios, entre ellos el de la equitación, siendo en aquel tiempo bizarra amazona. De regular estatura, llena de carnes, y estas blancas y apretadas, agradable voz y continente desembarazado no heredó la peregrina hermosura de su madre, pero reunía todas las condiciones para ser agradable.
Casó con un, acaudalado hidalgo gallego, don José Quiroga, de quien tuvo un hijo y dos hijas, y desde muy joven mostró ya, con sus aficiones literarias, la extraordinaria aptitud quei para su cultivo tenía. Sus primeras obras fueron ya la clara revelación de su genio. Emilia Pardo Bazán merecía con razón el dictado de polígrafa. Su talento vario y flexible, de una exquisita ponderación, abarcaba todos los géneros, y su cultura inmensa y depurada era patente en sus obras.
No se sabe por qué, la condesa de Pardo Bazán no era devota de los militares.: Su libro «Al pie de la Torre Eiffel», escrito después de un viaje hecho a París con motivo de la Exposición Universal de 1889, produjo enorme disgusto en el Ejército. Poco antes de esto, en una de las tertulias literarias que se celebraban semanalmente en su casa de la Coruña, un joven capitán leyó una hermosa composición, que fué aplaudidísima por el auditorio, y Emilia, que había escuchado atentamente la lectura, salió de la estancia un momento y volvió con un libro, en el que buscó una página y después leyó una composición tan parecida a la del capitán, que parecían una misma. El plagio quedó patente y el militar marchosa corrido, pero a sus compañeros no les hizo gracia alguna la cruel lección dada al incauto merodeador literario; y acaso por designio de la Providencia, que muy raras veces deja de mostrarse inexorable en los castigos, años después, el mejicano Icaza fustigó sin compasión a la Condesa por una… coincidencia con Vogüe sobre la literatura rusa.
Creció rápidamente la fama de la escritora coruñesa. Su portentosa labor crecía también sin cesar, y los editores buscaban sus manuscritos de la propia manera que demandaban su colaboración los principales diarios y revistas de España, Francia y la América española.
Por entonces se habló de su ingreso en la Academia Española. Nadie con más título! para ello, porque conviene tener en cuenta que la Condesa, a las galas de su estilo primoroso y diáfano unía el empleo de un lenguaje purísimo, castizo, netamente clásico, pues era también una lexicógrafa eminente. Fue, sin embargo, inútil el empeño, y se patentizó una vez más el imperio de la omnipotente rutina española que inexorablemente rechaza a los jóvenes y a las mujeres reservando el disfrute de honores y cargos, literarios como políticos y sociales, a los hombres viejos. Emilia Pardo Bazán; tuvo que conformarse, muy a regañadientes por cierto, con esa corriente.
La finada escritora era una mujer encantadora en su trato. Su viva y rápida comprensión y lo flexible de su poderosa inteligencia hacían que fuese una polemista temible, que derrochaba el ingenio y no obstante jamás agotaba las existencias. Su palacio de Meirás, cercano a la Coruña, es una preciosidad y recuerda los antiguos castillos feudales de la región. En la torre del homenaje ondea en los días señalados el pabellón de los Pardos, la nobilísima estirpe galaica, y la biblioteca, las obras de arte que encierra el castillo y su mobiliario son verdaderamente admirables.
Las fiestas que se celebraban en el “Pazo” eran verdaderos festines espirituales, de un supremo refinamiento para almas cultas y delicadas.
¡Ya no podrá presidirlas la egregia castellana, y hoy ondeará tristemente el linajudo pabellón, a media asta, en aquella mansión señorial que tantas riquezas guarda, y entre ellas, sobre todo, la de haber sido escritas o planeadas allí excelsas joyas de la literatura contemporánea…!

Eladio Fernández Diéguez, Correspondiente de la Real Academia Gallega,
MUERTOS ILUSTRES
(La Vanguardia 14 de mayo de 1921)


POR UNA GLORIA ESPAÑOLA (La Vanguardia 1 de junio de 1921)

El mismo día de la muerte do doña Emilia Pardo Bazán, fueron cambiados los telegramas siguientes:
«Excelentísimo señor don F. Aparicio, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes – Madrid.
Interpretamos el pensamiento de las actuales generaciones de la República Dominicana, la antigua «Hispaniola», al expresar a la augusta Madre-Patria, por el digno medio de V.E. la profunda impresión que nos produce, y que seguramente ha producido en todo el mundo de habla castellana, la muerte de Emilia Pardo Bazán, espíritu eminente que los americanos juzgamos como una de las glorias más puras de la raza y que los hombres cultos del planeta consideran como uno de los seres que más enaltecen a la especie humana.
La muerte de Emilia Pardo Bazán priva a España de una de sus más luminosas cumbres intelectuales y ese mal afecta dolorosamente al mayor núcleo existente de pueblos de una misma raza, que hablan una misma lengua y de la cual es España metrópoli intelectual, acaso sin saberlo, sin estimarlo y sin aprovecharlo. Exponemos ante V.E. esta verdad en homenaje de la insigne pensadora cuya labor literaria, fue, a través del ancho mar que nos une, brillante testimonio del vigor de la raza y de la eterna grandeza espiritual de España.
Enrique Deschamps, doctor Moisés García Mella, doctor Julio A. Piñeyro, Abigail Mejía, doctor Emilio Rodríguez Oca, Julio Arzeno, Luis D. Santamaría, Margarita Deschamps.»
A este telegrama se ha recibido la contestación siguiente:
«Señor don Enrique Dedchamps, Avenida del Príncipe de Asturias, 2.-Barcelona.
Contestando a su expresivo telegrama me es muy grato manifestar a Vds. en mi propio nombre y en el de todo el Gobierno, el más profundo agradecimiento por la. sentida manifestación de pésame de la colonia dominicana de esa capital con motivo del fallecimiento de la insigne escritora doña Emilia Pardo Bazán, gloria, que fue de las letras españolas
Aprovecho gustoso esta ocasión para ofrecer a Vds. y a toda la colonia dominicana el testimonio de mi consideración y agradecimiento. F. Aparicio, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes»

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