X CONFERENCIA PANAMERICANA (1947) e as bebidas

(A delegación de Nicaragua na IX Conferencia. Do arquivo da Estrella de Nicaragua.)

As Conferencias Panamericanas, Interamericanas, o Internacionales Americanas, foron unha serie de reunións de ministros e presidentes dos países de América que se celebraron entre 1889 e 1954 dentro das ideas e principios do panamericanismo.

Na IX Conferencia Panamericana de 1948 en Bogotá. da que RSP adianta esta información, acordouse a creación da OEA por medio da Carta da Organización dos Estados Americanos en sustitución da Unión Panamericana e tamén se aprobou o Tratado Americano de Solucións Pacíficas e a Declaración Americana dos Dereitos e Deberes do Home.
RSP -con fina ironía- faise eco dos comentarios que están a sair na prensa sobre o que han consumir os asistentes…


23 de junio de 1947

PANAMERICANISMO MUY REMOJADO


Por Ramón Suárez Picallo


En el mes de diciembre del año en curso debe celebrarse en la ciudad de Bogotá, capital de la culta y ejemplar República de Colombia, la IX Conferencia Internacional Americana, patrocinada por la Unión Panamericana que presidió durante muchos años el Doctor Leo S. Rows, recientemente fallecido y que preside ahora el Doctor Lleras Camargo, ex Primer Mandatario colombiano.

El Consejo Directivo de la citada institución patrocinante, ha enviado ya a las Cancillerias de los Estados miembros el temario u orden del día para los debates, en el que, entre otros de igual o parecida importancia, figuran en primer término los siguientes problemas:

1.- Ante proyecto del Pacto Constitutivo del Sistema Interamericano.

2.- Ante proyecto de Declaración y de Deberes de los Estados Americanos.

3.- Ante Proyecto de Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre.

4.- Ante Proyecto de Declaración sobre el establecimiento del consejo Internacional de Cooperación de Jurisconsultos.

5.- Proyecto de Resolución para crear el Consejo Interamericano de Cooperación cultural.

6.- Ante proyecto del Sistema Interamericano de Paz.
A la vista de los temas tan interesantes y transcendentales es de suponer que los organizadores del extraordinario torneo político y diplomático, para facilitar la tarea de los señores delegados a él, necesitan muchas cosas; entre otras los textos más eruditos y famosos, escritos por los grandes maestros del Derecho Internacional, desde el Padre Vitoria a Grocio, desde Von Listz a Foigné y desde Luis María Drago hasta Alejandro Álvarez. Pues no señor, quien tal suponga está equivocado de medio a medio. Los tratados, libros y escritos de tan ilustres pozos de ciencia y sapiencia jurídicas, no son “Artículos de primera necesidad” para la supracitada Conferencia. No lo decimos nosotros así como así. Lo dice el diario conservador de Bogotá, “El Siglo”, orientado y dirigido por el Doctor Laureano Gómez en un gran aviso publicado a tres columnas con fondo blanco el día 23 de mayo próximo pasado, con el título siguiente:

“LA CONFERENCIA PANAMERICANA, NECESITA”:
125 cajas de champaña (francés)
110 cajas de whisky (escocés)
10 cajas de ginebra (inglés)
10 cajas de jerez.
10 cajas de oporto.
10 cajas de vermouth (blanco)
10 cajas de coñac (francés)
5 cajas de licores surtidos
10 cajas de vino blanco burdeos.
60 cajas de vino tinto burdeos.
90 cajas de vino blanco borgoña.
40 cajas de vinos tinto borgoña.

Dejemos aparte, momentáneamente, los errores de ortografía del aviso. Mucho más remarcables si se tiene en cuenta que los bogotanos se enorgullecen de su buen hablar y escribir el castellano, por lo cual se llaman a sí mismos –con razón o sin ella- “los atenienses de América”. En buen castellano, no se debe escribir Champaña, Jerez, Oporto, Burdeos y Borgoña –nombres de villas, comarcas y ciudades– con letra minúscula, aunque se trate de marcas de vinos y pasemos ahora a examinar la escasa “cultura del buen beber” de quienes lo redactaron, habida cuenta del lugar donde se celebra la Conferencia.

Piden 125 cajas de Champagne francés y 110 de Whisky de Escocia, bebidas excelentes y optimistas, pero exóticas en América, sólo estimadas de los parvenús y nuevos ricos; en cambio el glorioso Jerez, luz del sol hecho jugo de oro, figura en el periodo con diez miserables cajas, suficientes apenas para mojar el gaznate.

Y no digamos nada de los vinos blancos y tintos, que figuran en el pedido en cantidades insignificantes, tanto los de tipo Burdeos como los de tipo Borgoña, que irán allí de este Chile de Dios, que en materia de vinos, da todo cuanto se le pida, tan bueno o mejor de lo que puede dar cualquiera otra tierra del mundo conocido. Por lo demás, faltan en la lista anunciadora de artículos bebestibles propios de una Conferencia Interamericana, algunos productos autóctonos, sin los que no hay americanismo posible: las “cachazas” brasileña y paraguaya, los “piscos” de Chile y del Perú, los “rones” tropicales y la “tequila” y el “pulque” de México, ninguno de los cuales figura en lo que necesita la mencionada Conferencia para el mejor éxito de sus deliberaciones.

A la vista de todo ello nos tememos mucho que a los señores delegados a la tenida de Bogotá les ocurra lo que a cierto grupo de pescadores del Norte de España, acosados por una tormenta que tuvieron que recalar en un puerto de Escocia. Los marineros escoceses los agasajaron con lo mejor que tenían en casa; los más viejos y puros whiskies de su tierra. A la hora de haber comenzado el convite, uno de los agasajados un poco impaciente y descortés, exclamo:

Bueno, a ver cuando empezamos a beber aquí.

Pero si ya estamos bebiendo– replicó uno de los invitados.

¿Qué estamos bebiendo? No señor; empezaremos a beber cuando venga el vino-

De todas maneras la próxima Conferencia de la “U. P” será muy fructífera, muy mojada y muy remojada, a juzgar por sus preparativos según el aviso a que hicimos referencia.

(Artigo publicado no xornal La Hora, en Santiago de Chile o día 23 de xuño de… 1947)

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