FALANXISMO E FASCISMO EN 1943

RSP analiza neste artigo as orixes do falanxismo español e que ten sempre como referente ao fascismo italiano…

 

 

 

28 de julio de 1943

 

 

Por Ramón Suárez Picallo

 

 

¿CURÁNDOSE EN SALUD?

 

 

Habrá observado, el agudo lector, cómo, de un tiempo a esta parte, desde las Democracias llevan las de ganar, ha variado mucho la opinión que, acerca de ellas, se hacía pública en la prensa controlada de Madrid. Eran esto, lo otro, aquello y lo de más allá. En cambio, los países totalitarios que propugnaban por el “Nuevo Orden”, esos sí que eran cosa de aplaudir, de admirar y de imitar. 
Si tuviésemos humor y tiempo para ello, haríamos una antología con textos de discursos, revistas y libros, publicados con censura previa, que vendría a darle la razón a un célebre filósofo de Getafe, cuando sentenciaba, solemnemente, que “los tiempos cambian mucho”. Pero si nosotros no hacemos una recopilación, no faltará quien la haga en momento oportuno porque, sospechamos, que va a ser necesario para que cada santo cargue con su vela, cuando sea la hora de dar o quitar a cada cual lo que es de justicia.

Las cosas que están sucediendo en Italia, y las que sucederán, vienen a acelerar aquel “cambio” en Madrid, de una manera tal, que mismamente parece que las cosas van a darse vuelta con lo de abajo para arriba, en menos que canta un gallo. ¡Oh, si la gente perdiera, de repente, la memoria, las cosas que se verían!, pero la gente sigue teniendo memoria y recordando todo cuanto debe ser recordado. ¡Véase en Italia, por ejemplo, como está viva en los espíritus, la memoria de cosas sucedidas hace más de 28 años!
Pero, a lo que íbamos: en Madrid han comenzado los reniegos. Hay hijos que reniegan de sus mayores y amigos que reniegan de la amistad, cuando ella puede ser comprometedora. ¡Y eso no está bien! No es hidalgo, ni español, ni generoso, ni tradicional, ni nada.CASTICISMO DUDOSO

¿Pues no están diciendo ahora, desde la villa del Oso y del Madroño, que el falangismo español no tiene nada que ver con el fascismo italiano? ¿Asegurando, de paso, que el falangismo es más castizo, allí, que el chotis de “La Verbena de la Paloma”? Otra vez lo dicho: “que cada santo aguante su vela” y que el falangismo no reniegue de su origen ni de su afiliación. Y su filiación, excepción hecha de los tradicionalistas y requetés, que en muy escaso número le fueron acoplados por la fuerza a la Falange, casi al final de la guerra, es una copia textual, sin aumentar, ni corregir, del fascismo italiano: en el saludo, en la organización interna, desde los grupos infantiles y juveniles, hasta el Gran Consejo, pasando por los “triunviros”, “cuadrunviros”, “escuadras”, “legiones” y demás y hasta en la manera de desfilar por las calles.

Para que la copia fuese del todo fiel, estuvieron en Italia los organizadores más destacados de Falange introducidos allí por Eugenio Montes, que en los tiempos de la organización del fascismo español, era corresponsal, en Roma, de un diario derechista madrileño; lo estudiaron todo, desde los “squadristia” , hasta el servicio secreto de información y policía y lo explicaron después en España en cursos de asistencia obligatoria para cientos “iniciados”.

Puede discutirse la poca o mucha similitud formal del falangismo español con el nazismo alemán; pero es absolutamente indiscutible su parentesco de primer grado con el artilugio mussoliniano, que por querer ser romano e imperial, y por ende latino, les pareció a los falangistas españoles, que podría ser también, madrileño, salmantino o zaragozano.

Por lo demás, todas las Cancillerías del mundo conocen aquel famoso documento firmado por Goicoechea, el General Barrera y el Conde Rodeano, en el que constan las condiciones en que el señor Mussolini, ayudaría con dinero, armas y hombres, a la insurrección contra la República: el documento fue publicado miles de veces en todas las lenguas del mundo, y volverá a serlo cuando haya necesidad de fijar posiciones definitivamente.

¿Castigo al falangismo? Aunque lo fuese algo, dejaría de serlo del todo, con su actitud actual, renegando de su origen y dejando en la estacada a su hermano y amigo que lo ayudó en las horas de la dura prueba. ¿Castizo eso? No lo fue nunca ni lo será jamás en España.

LO CASTIZO ERA ESTO OTRO

No es la primera vez que la España oficial, por mal de sus pecados, que fueron y son muchos, se encuentra comprometida con amigos y aliados poco deseables. Y siempre salió con honor de esos compromisos, porque supo ser fiel a la palabra dada, aunque muchas veces, esa fidelidad, fuera en perjuicio de sus intereses.

Recuérdese, por ejemplo, a Trafalgar. Antes de la famosa batalla, sabían los marinos españoles, que la ganarían, irremisiblemente, los ingleses. Y así se lo dijeron a los franceses, lisa y llanamente, después de examinar todas las posibilidades. Frente a los argumentos, el Almirante francés –que tenía que dar la batalla a toda costa obedeciendo órdenes imperiosas y en salvaguardia de su carrera en peligro– invocó el honor de España, aliada de Francia entonces; y, para subrayar su dicho, aún parece que habló de miedo, de valentía, o de algo así.

No hubo más palabras. Los marinos españoles –estaban allí Churruca y Gravina– dieron las órdenes pertinentes, salieron al mar y dieron la batalla que sabían de antemano perdida. España hizo honor a su palabra y perdió su flota, como preámbulo de otras grandes e irreparables pérdidas. ¿Poco práctico? Es posible; pero muy español, eso sí. Aún no se habían olvidado los tiempos en que sus caballeros, después de algún gesto, grandioso y disparatado, podrían inclinarse ante la dama asombrada, y justificando, barriendo el suelo con las plumas de su sombrero:

-España y yo, somos así, señora.

Eso era lo castizo, lo verdaderamente castizo. ¿Esto de ahora? Esto tiene otro nombre, expresado raras veces en español, porque es horriblemente feo. Se dice por allí: “Malos son los hijos que reniegan de su padres, de sus hermanos o de sus parientes”.

De seguir así las cosas, un día cualquiera nos enteramos de que la “División Azul”, que está luchando en el frente soviético, contra las Democracias, no salió de España, ni tuvo nunca nada que ver con España. Está allí, llovida del cielo, enviada por San Pedro, para castigar al herejote de Pepe Stalin y a sus fielísimas huestes. Porque, en plan de negar y de renegar, se llega, en todas partes a muy lejos.

¡Cuánto sabe de eso, a estas horas, el ex Duce de Italia, Benito Mussolini!

 

 

 

(Artigo publicado no xornal La Hora, en Santiago de Chile o día 28 de xullo de … 1943)

 

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